Las causas de la variación de la intensidad del acúfeno percibida

Los que tenemos acúfenos sabemos que la intensidad con la que los percibimos varía de un día a otro, e incluso en el mismo día. Pero pocos afectados pueden explicar que es lo que causa esta variación en la intensidad percibida.

Todos sabemos que el estrés y la ansiedad suelen aumentar la intensidad del acúfeno, y su percepción, a su vez, hace aumentar el estrés y/o la ansiedad, lo que da lugar a un circulo vicioso que se retroalimenta.

Un paciente nos decía que cuando conducía el automóvil en calles con mucho tráfico, en las que estaba obligado a prestar mucha atención a los demás automóviles, su acúfeno aumentaba de intensidad y cuando llegaba a su destino y aparcaba y bajaba del coche percibía que su acúfeno disminuía de intensidad volviendo a la habitual.

Parece demostrado que la concentración de melatonina en sangre puede influir en la intensidad percibida, de tal forma que a baja concentración el acúfeno se percibe más intensamente. También se ha explicado que la concentración de serotonina en sangre influye en el acúfeno, o mejor dicho en la intensidad con la que se percibe. Estas dos hormonas: melatonina y serotonina están muy relacionadas, ya que la segunda es inductora de la primera. Por tanto, puede ser una buena precaución consumir alimentos ricos en melatonina, o en triptófano que es inductor de la serotonina, y en consecuencia de la melatonina.

Sobre la influencia de la alimentación óptima para los que tenemos acúfenos se ha escrito mucho, pero en todo caso sin que lo escrito se basara en estudios concluyentes. Se suele recomendar prescindir de la cafeína, de bebidas excitantes, no excederse en el alcohol, reducir las comidas muy grasas, etc., incluso hemos llegado a leer que no se recomienda el chocolate ni el queso. En realidad, todas estas recomendaciones forman parte de un catálogo de consejos para llevar una vida sana.

Está aceptado por todos los investigadores y clínicos que el acúfeno crónico se genera en el cerebro, el cual presenta una hiperactividad en el área que procesa los sonidos, e incluso en áreas adaycentes, que no corresponde a la percepción de un sonido. Cuando la persona percibe un sonido, lo recibe en el oído y a través del tímpano pasa al oído medio y al oído interno, donde las células ciliares alojadas en la cóclea transforman el sonido en una corriente eléctrica que llega al cerebro, lo que genera una hiperactividad que permite identificar el sonido percibido, y reacionar según sea la naturaleza del sonido. En las personas acufénicas esta hiperactividad es constante y nunca cesa, lo que da lugar a que el cerebro identifique un sonido que no existe.

La actividad cerebral es el resultado de un complejo mecanismo bioquímico que, con toda seguridad, se ve influenciado por los alimentos que el acufénico toma, ya que la sangre en circulación contiene elementos constitutivos de los alimentos, que ha absorbido a lo largo del aparato digestivo.

Como consecuencia de lo anterior sería un buen consejo a los acufénicos que traten de averiguar que alimentos han tomado en las horas anteriores al aumento de intensidad de su acúfeno, incluso llevando una especie de diario que, en algún caso, podría establecer una relación entre determinados alimentos y la intensidad percibida del acúfeno.

Un acufénico nos dice que observó que en dos ocasiones en las que se «regaló» un soberbio secreto ibérico (es una pieza del cogote del cerdo muy apreciada), al día siguiente amaneció con un acúfeno muy intenso. Dice que a partir de esta observación ha suprimido totalmente la carne de cerdo en todas sus variantes, y percibe su acúfeno con menor intensidad. Otro nos explica que evita la pastelería y los helados por el riesgo de que en su confección se hayan utilizado como edulcorante sales del ácido glutámico, de las que se asegura que empeoran los acúfenos.

Desconocemos si lo que parece que han sido buenas decisiones en los dos casos descritos, puede serlo en otros casos, pero parece que vale la pena tenerlo en cuenta. Estas informaciones no tiene valor científico alguno, pero aún así hemos querido transmitirlas a nuestros lectores.