La hiperacusia (Conceptos básicos y tratamiento)

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elizo
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La hiperacusia (Conceptos básicos y tratamiento)

Mensaje por elizo »

Para quienes se encuentran de repente con hiperacusia y están un poco perdidos, especialmente porque no han dado con un otorrino que sepa informarles adecuadamente (lo que desafortunadamente ocurre a menudo), he decidido escribir este post para aportar la información básica sobre la hiperacusia y sobre todo para proporcionar un método para tratarla. Confío en que os sea de ayuda.

Encontraréis una versión actualizada y ampliada de esta información en mi blog
http://operacionhyperacusis.blogspot.com.es/2016/06/conceptos-basicos-hiperacusia.html


CONCEPTOS BÁSICOS

La hiperacusia es un trastorno auditivo que consiste en la percepción de los sonidos como más altos de lo que realmente son, y/o en la reducción del umbral del dolor (120 dB en una persona sana). Sonidos cotidianos como el ruido que se produce al manipular la vajilla, los chillidos de los críos, los ladridos de perros, arrugar bolsas de plástico, el sonido de altavoces pequeños como los de un móvil o un ordenador portátil, el ruido de tráfico de vehículos, o simplemente la voz humana, se convierten en sonidos intolerables.

Hay una larga lista de síntomas que con frecuencia acompañan a la hiperacusia. Algunos de ellos son los siguientes: acúfenos, sensación de plenitud (presión en los oídos), sensación de oídos tapados, dolor agudo en el oído interno, sensación de quemazón, dolor que se irradia a las zonas inervadas por el nervio trigémino (mejillas, mandíbula, cuello, dientes, etc.), sensación de cosquilleo o picor en los oídos, aleteo del tímpano, distorsión de los sonidos, vértigo, trastorno del equilibrio, o dolor de garganta.

Todavía se desconocen cuáles son exactamente los mecanismos que explican la hiperacusia. La teoría más extendida es que la hiperacusia está causada por una hiperactividad anormal en el procesamiento central del sonido en el cerebro. Y esa hiperactividad se habría iniciado supuestamente en la mayoría de los casos por un daño en el oído interno. En cualquier caso, la hiperacusia no es una enfermedad en sí misma, sino que es un síntoma de lo que la causa, al igual que ocurre con los acúfenos y otros síntomas relacionados.

Existen múltiples causas que pueden provocar hiperacusia. La causa más habitual es la de trauma acústico, ya sea de forma aguda (exposición repentina a un sonido muy intenso por encima de 140 dB), o de forma crónica (exposición mantenida a lo largo del tiempo a sonidos por encima de 85 dB). Según un pequeño estudio el grupo de población más afectado por la hiperacusia es el de los músicos, cerca del 35% del total de afectados.

Algunas otras causas que pueden desencadenar la hiperacusia son el desorden temporomandibular, el síndrome de Ménière, parálisis de Bell, fibromialgia, autismo, esclerosis múltiple, estrés postraumático, daños cerebrales, epilepsia, hipertiroidismo, retirada de benzodiacepinas y antidepresivos, déficit de magnesio, enfermedad de Lyme, síndrome de Williams, y un largo etcétera.

La hiperacusia es muy poco frecuente, especialmente los casos más severos. El desconocimiento profundo que tiene la sociedad de este trastorno (incluidos los profesionales de la salud) unido a su invisibilidad, hace que quienes la padezcan tengan que lidiar también con la incomprensión de la gente de su entorno, a veces incluso con los propios miembros de la familia. No son pocos los casos en los que se desprecia a los pacientes atribuyendo los síntomas a un problema exclusivamente psicológico. No en vano, la hiperacusia se presenta con frecuencia en personas con una audición normal o incluso muy buena, al menos entre las frecuencias que se suelen medir en una audiometría tonal (de 125 Hz a 8000 Hz). El resto de pruebas habituales realizadas por el especialista del oído tales como la acumetría, audiometría verbal, potenciales auditivos (PEATC) o una timpanometría, suelen arrojar resultados completamente normales. Este es quizá el principal motivo que causa desconcierto entre los facultativos que desconocen la hiperacusia, que pueden acabar atribuyendo a la hipocondría las quejas del paciente.

El UCL (Uncomfortable Level) es el umbral de incomodidad o tolerancia al sonido. Es un valor en dB que indica la intensidad a partir de la cual los sonidos nos resultan molestos. El test para encontrar el UCL consiste en escuchar unos tonos puros en diferentes frecuencias (habitualmente entre 250 Hz y 4000 Hz) empezando con un volumen muy bajo, e incrementándolo gradualmente hasta indicar el momento en el que nos resultan molestos. Esta prueba constituye la principal herramienta para diagnosticar la hiperacusia y debe ser realizada por un audiólogo experto que conozca sus fundamentos. También puede encontrarse bajo el nombre de LDL (Loudness Discomfort Level).

Existen cuatro niveles de severidad de hiperacusia en función del UCL y de cómo afecta a nuestra vida diaria. Estos niveles son: leve, moderada, severa, y muy severa. Cuanto más bajo es el UCL, más grave es la hiperacusia. Los valores normales de UCL en una persona sana están alrededor de 100 dB. El UCL de una persona con hiperacusia muy severa puede llegar en casos extremos a los 30 dB.

En el oído medio existen dos pequeños músculos: el tensor del tímpano y el estapedio (el músculo más pequeño del cuerpo humano). Su función es la de proteger al oído interno de sonidos intensos. La disfunción del tensor del tímpano provoca un conjunto de síntomas conocido como el síndrome del tensor del tímpano tónico (TTTS), que constituye la mayor parte de los síntomas que experimentan las personas con hiperacusia. Se cree que la disfunción de este músculo podría estar causada por la hiperactividad anormal en el procesamiento central del sonido. Por otra parte, existe un vínculo entre la ansiedad, una respuesta emocional negativa al sonido (misofonía), estrés, etc. con la contracción anormal del tensor del tímpano. Cuanto mayor sea la aversión hacia el sonido, más probabilidad hay de experimentar uno o varios de los síntomas del TTTS, y más severos serán. Por lo que respecta al estapedio, es más sensible al sonido que el tensor del tímpano, y está más relacionado con la percepción anormalmente alta de los sonidos. En casos aún más raros que la hiperacusia la disfunción del estapedio puede llevar a lo que se conoce como mioclonia estapedial.

Existen otros trastornos auditivos que tienen en común con la hiperacusia una disminución de la tolerancia al sonido, pero no deben ser confundidos con ésta. Estos trastornos son la misofonía, la fonofobia, y el reclutamiento.

La misofonía y la fonofobia son dos formas de hipersensibilidad al sonido de origen exclusivamente psicológico, en las que está involucrado el sistema límbico y el sistema nervioso autónomo. La misofonía se caracteriza por una reacción emocional negativa frente al sonido. Las personas con misofonía sienten ansiedad, enfado, rabia o miedo al escuchar determinados sonidos. La fonofobia es una parte de la misofonía en la que el miedo al sonido se experimenta de forma exagerada. Tanto la misofonía como la fonofobia son capaces de hacer percibir un sonido más alto de lo que realmente es.

Dadas las enormes dificultades que supone convivir con hiperacusia es prácticamente inevitable que quienes la sufren desarrollen cierto grado de misofonía y/o fonofobia. Uno de los problemas que puede suponer esto es que se confundan los síntomas propios de la hiperacusia, cuyo origen es fisiológico, con los de la misofonía o fonofobia. Al confundirlos, no se estarían detectando estas últimas, que requieren un tratamiento distinto al de la hiperacusia, y que pueden entorpercer seriamente la recuperación de ésta. Por ello, junto al tratamiento de la hiperacusia, puede ser necesario tratar de forma independiente estas formas de hipersensibilidad al sonido. La misofonía y la fonofobia se tratan mediante fármacos (ansiolíticos y antidepresivos), psicoterapia (TCC o Terapia Cognitivo-Conductual ) o mediante un protocolo específico de terapia sonora.

El reclutamiento puro se caracteriza por una pérdida auditiva neurosensorial importante, con niveles de percepción de volumen normales a partir de un cierto umbral. Sin embargo, hay una forma de reclutamiento en la que no solo se ve reducido el umbral de audición, sino también el umbral del dolor. El rango dinámico confortable queda muy estrecho, de manera que quien padece esta forma de reclutamiento puede necesitar pedir a la gente que hable más alto para poder escucharles, para a continuación pedirles que no hablen tan alto porque les molesta.

En las personas que además de hiperacusia padecen acúfenos, lo cual ocurre en la mayoría de los casos, a veces pueden aparecer de forma espontánea pitidos (acúfenos) intensos de muy corta duración, en general de unos 10 segundos. Se conocen técnicamente como TST (Transient Spontaneous Tinnitus). Pueden aparecer en uno o ambos oídos, en cualquier frecuencia. Se desconocen las causas exactas de por qué se producen. La hipótesis que se maneja es que puede ser el resultado de un proceso de estabilización de las células ciliadas externas. Sea como sea, no hay que darles ninguna importancia porque no suponen ningún empeoramiento, ya sea de nuestra capacidad auditiva o de nuestra tolerancia al sonido.

Como ya hemos visto anteriormente la hiperacusia puede aparecer por múltiples motivos. En unos pocos casos, una vez resuelto aquello que ha provocado la aparición de la hiperacusia, ésta puede desaparecer completamente. Pero para la mayoría de los casos, a día de hoy, no existe ningún tratamiento farmacológico o quirúrgico que la cure. No obstante, afortunadamente la hiperacusia se puede tratar mediante terapia sonora, la cual, permite restablecer parte del nivel de tolerancia al sonido, llegando a UCLs de 100 dB incluso para los casos de hiperacusia muy severa. Si bien no proporciona una cura completa, a través de la terapia sonora y tomando ciertas precauciones en nuestra vida diaria es posible volver a llevar una vida normal.

La terapia sonora que hasta ahora ha dado mejores resultados con la hiperacusia es la TRT (Tinnitus Retraining Therapy). Una terapia que, como su nombre indica, fue creada inicialmente para tratar los acúfenos, pero que posteriormente se mostró eficaz para tratar también la hiperacusia. El componente de terapia sonora de la TRT consiste básicamente en llevar colocados al menos 8 horas al día unos dispositivos parecidos a los audífonos que reproducen ruido de banda ancha. La tasa de éxito de la TRT alcanza el 84% de los casos. Sin embargo, hay muy pocos especialistas en el mundo que la practiquen adecuadamente (aquí se puede consultar una lista de expertos acreditados en la TRT en todo el mundo) y su coste es muy elevado, por lo que este tratamiento puede ser inaccesible para muchas personas. Si bien lo ideal sería ser tratado por uno de esos especialistas, para quienes no tienen acceso a ese tratamiento existe la alternativa de realizar la terapia por nuestra cuenta.

El tiempo necesario para tratar la hiperacusia de forma efectiva mediante terapia sonora es muy largo. En el caso de la TRT, lo habitual es que sean necesarios al menos 3 meses y puede llegar a los 2 años. Como es lógico, el tiempo necesario va a depender principalmente de la severidad de la hiperacusia.



TERAPIA SONORA

Existen diferentes variantes sobre cómo realizar la terapia sonora pero son todas muy similares. Voy a contar la que he creado yo y la que desde mi experiencia mejor ha funcionado. Sin embargo, cada caso particular y las circunstancias que lo rodean pueden hacer conveniente realizar algunas modificaciones, de modo que sentíos libres de hacerlas si lo creéis necesario, o bien probad con otras formas de realizar la terapia (que encontraréis al final de este apartado) hasta encontrar la que mejor os funcione.

El sonido más recomendado para realizar la terapia sonora es el ruido rosa, un ruido de banda ancha similar al que producía la televisón analógica cuando no había ningún canal sintonizado. A algunos también les recuerda a una enorme cascada de agua. En el ruido rosa la intensidad de la frecuencia decrece a un ritmo de 3 dB por octava, por lo que tiene las frecuencias graves mucho más acentuadas que las agudas. El motivo por el cual se considera idóneo para tratar la hiperacusia es que estimula suavemente todo el espectro frecuencial del oído humano y su densidad espectral se asemeja a los sonidos cotidianos que escuchamos en nuestra vida diaria. Es un sonido constante, sin significado, que no reclama nuestra atención. Dado que tiene menos acentuadas las frecuencias agudas, y éstas suelen ser las que más molestan a las personas con hiperacusia, es preferible usar ruido rosa en lugar de ruido blanco, que es un ruido similar al rosa en el que todas las frecuencias tienen la misma intensidad.

Hay otro tipo de sonidos también apropiados para la terapia sonora como los sonidos de la naturaleza (olas de mar, lluvia, ríos, cascadas,...) o música para orquesta. La ventaja de estos sonidos respecto al ruido rosa es que son más agradables y más fáciles de escuchar, pero son sonidos de banda más estrecha. Por otra parte, la música cuenta con la posibilidad de provocar respuestas emocionales positivas, algo que puede ser muy útil para tratar la misofoía y la fonofobia, y que no vamos a encontrar en el ruido rosa. Al principio no todo el mundo tolera bien el ruido rosa, con lo que este tipo de sonidos pueden ser una buena alternativa.

El éxito de la terapia sonora radica en la plasticidad cerebral, esto es, la capacidad del cerebro para tejer nuevas redes neuronales en función de los estímulos externos que recibe. Así pues, mediante la terapia sonora vamos a reentrenar al cerebro; vamos a enseñarle de nuevo a escuchar para que no interprete como muy altos, intolerables y dolorosos, sonidos que no lo son para una persona sana.

Cualquier terapia sonora para tratar la hiperacusia consiste básicamente en escuchar sonido de banda ancha a un volumen y un tiempo de exposición controlados, y aumentarlos progresiva y lentamente a medida que nuestra tolerancia mejore. Es fundamental que la terapia sonora nunca nos provoque dolor.

Las recaídas son frecuentes. Por ello, quien padece hiperacusia debe centrar sus esfuerzos no solo en mejorar su tolerancia a los sonidos, sino también en que no empeore. Una de las medidas fundamentales para evitar que la hiperacusia empeore es el uso de protección auditiva (tapones o cascos) para aquellas situaciones en las que estamos rodeados de sonidos muy altos o por encima de nuestro nivel de tolerancia. Sin embargo, hay que usar la protección auditiva correctamente, ya que su abuso a largo plazo agrava la hiperacusia.

Recomiendo que en el caso de no poder usar protección auditiva, o que ésta sea insuficiente, de tal modo que no es posible evitar estar expuesto cada día a un sinfín de sonidos intolerables que nos hacen recaer o empeorar, se consideren otras formas de realizar la terapia como la PET.

Podéis descargar una pista de ruido rosa en formato wav aquí. Tiene una duración de 1 hora, pero podéis configurar vuestro reproductor para que repita la misma pista una y otra vez y así conseguir más tiempo. Si es necesario podéis convertirla a mp3, pero hay que hacerlo preferiblemente con la máxima calidad (320 Kbps), y en cualquier caso, no inferior a 256 Kbps. Esto es debido a que una compresión pobre eliminará muchas frecuencias y modificará la señal de forma que la estimulación auditiva será menos eficaz.

La terapia sonora debe escucharse con altavoces o auriculares Hi-Fi para que reproduzcan bien todo el espectro frecuencial del sonido. En el caso de los altavoces, es recomendable colocarnos entre los dos altavoces como si fueran unos auriculares, aproximadamente a 1,5 metros de distancia de los oídos. En el caso de auriculares la recomendación es que sean supraaurales abiertos para que permitan escuchar el sonido ambiente además del sonido de los auriculares. También es preferible que tengan una respuesta en frecuencias lo más plana posible, es decir, que no tengan los graves o los agudos excesivamente acentuados.

Hay quien considera que los auriculares son más eficaces que los altavoces y viceversa. Mi opinión es que lo mejor es una combinación de los dos, si bien dependiendo de nuestra severidad y nuestro caso particular en ocasiones puede ser más conveniente uno que otro. En casos de severidad alta los auriculares pueden sonar excesivamente altos incluso al volumen mínimo que permite el reproductor, que varía en cada uno de ellos. Los auriculares parecen estimular mejor el sistema auditivo pero hay que tener cuidado con ellos si el tiempo de exposición es largo. Hay que tener también en cuenta que la diferencia de volumen entre un punto y el siguiente se percibe mucho más alta con auriculares que con altavoces. Un inconveniente de los altavoces es que nos restan movilidad y nos obligan a permanecer en el mismo lugar durante un periodo largo de tiempo. En cualquiera de los dos casos, el volumen máximo nunca debe superar los 85 dB.

Es recomendable escuchar el ruido rosa con ecualización plana y con el refuerzo de graves al mínimo. Sin embargo, si notamos que determinadas frecuencias nos resultan especialmente molestas podemos probar a ajustar la ecualización.

Debemos escuchar el ruido rosa en ambos oídos, aunque la hiperacusia sea unilateral. Los dos oídos deben escuchar lo mismo, al mismo volumen. Por lo tanto, si tenemos una diferencia de pérdida auditiva significativa entre ambos oídos debemos ajustar el balance estéreo del reproductor para equilibrar el volumen. Otra posibilidad es ajustar el balance modificando el archivo wav original con un editor de audio como Audacity.

Divido la terapia en dos partes, la de corta duración y la de larga duración. Ambas deben realizarse todos los días. Sea como sea, el sonido que escuchamos nunca nos debe producir dolor o provocar que los oídos se vuelvan mucho más sensibles al sonido. Sí es posible notar algunas molestias que hay que ignorar, pues forman parte del proceso de reentrenamiento auditivo. También es normal, especialmente en la terapia de corta duración, en aquellos que también tengan acúfenos, que al finalizar la sesión los acúfenos hayan aumentado de volumen, pero bajarán en poco tiempo al dejar descansar a los oídos.

La terapia de corta duración consiste en una sesión diaria de 10 minutos de ruido rosa. En ella nos vamos a exponer a un volumen un poco por debajo del límite de nuestra tolerancia. Esta terapia corta es especialmente útil en hiperacusia severa, ya que al ser tan corta es más fácil de tolerar y permite usar un volumen más alto que otras terapias con una duración mayor, lo que permite acelerar la recuperación. Debido a que en esta terapia sometemos a los oídos a un volumen cercano al límite de tolerancia, hay que hacerla cuando nuestros oídos están descansados. Si no lo están, hay que acortar su duración cuanto sea necesario, o incluso suspenderla si los oídos están extremadamente sensibles.

Lo primero de todo es encontrar el volumen con el que vamos a empezar la terapia. Para ello, buscamos un volumen alto pero que al mismo tiempo nos resulte soportable. Puede ocurrir que a los 3 minutos empecemos a notar dificultades para seguir, lo que indica que el volumen es demasiado alto. Si nos vemos obligados a hacer reposo tras finalizar la terapia, es otro indicador de que el volumen está demasiado alto. Debemos encontrar, a base de prueba y error, el volumen más alto que nos permite realizar la sesión completa de forma que al acabar nos sintamos cómodos y con la sensación de que podríamos seguir algunos minutos más.

Una vez que hemos conseguido escuchar la sesión completa con comodidad, seguimos con el mismo volumen 3 días más para asentarlo, y al cuarto día lo subimos un punto. El tiempo que puede llevar poder escuchar la sesión completa con comodidad es indeterminado, puede ser un día o pueden ser varios.

Si durante el transcurso de la sesión sentimos que el volumen está demasiado alto y surge en nosotros el deseo de terminar cuanto antes lo mejor es abortar la sesión, ya que tratar de completarla podría dejarnos los oídos muy sensibles y provocarnos una recaída. Al día siguiente volvemos a intentarlo tratando al menos de estar más tiempo que el día anterior.

Durante la sesión debemos realizar alguna actividad compatible que nos mantenga distraídos, con el foco puesto en otra cosa que no sean nuestros oídos. Debemos oír el ruido rosa, pero no escucharlo. Estar contínuamente pendiente de nuestros oídos, de nuestro progreso, o tener miedo a hacernos daño durante la terapia, es altamente perjudicial para nuestro propósito.

Por lo que respecta a la terapia de larga duración, la forma de proceder es análoga a la de corta duración. Si el propósito de la terapia de corta duración es el de entrenar al cerebro a soportar los sonidos más altosl, el de larga duración es el de entrenar al cerebro a soportar tiempos de exposición más largos.

Se puede empezar con 30 minutos y aumentar el tiempo progresivamente hasta alcanzar 2 horas seguidas. El tiempo se puede aumentar en pasos de 5/10 minutos o más. A diferencia del volumen que hay que usar en la terapia corta, en esta ocasión no debe estar cercano a nuestro límite de tolerancia. El volumen debe ser el más alto que sea confortable y que nos permita acabar los 30 minutos iniciales con comodidad. Si aparece dolor o empezamos a notar que los oídos se están volviendo más sensibles bajamos el volumen o abortamos la sesión. En caso de que esto ocurra, al día siguiente debemos seguir con el mismo tiempo hasta que se pueda soportar bien. Una vez que se alcanzan las 2 horas, se sube el volumen un punto y se vuelve a empezar con 30 minutos.

A medida que avancemos en el restablecimiento de la tolerancia normal al sonido llegará un momento en el que el volumen utilizado con auriculares será demasiado alto incluso para realizar la terapia corta. A falta de un método fiable para conocer cuántos decibelios estamos escuchando con auriculares y no superar el límite de los 85 dB, sabremos que ha llegado ese momento porque el volumen nos parecerá peligrosamente alto incluso para una persona sana. Quien tenga hiperacusia leve debe tener en cuenta que puede llegar a este punto en relativamente poco tiempo desde el inicio de la terapia.

A partir de este momento el progreso que podemos conseguir subiendo el volumen ha llegado a su límite. Sin embargo, notaremos que aún nos puede quedar mucho camino por recorrer para recuperar la tolerancia normal al sonido. Por lo tanto, el siguiente paso es trabajar únicamente con el tiempo de exposición. Si bien podemos continuar haciendo la terapia corta (sin subir más el volumen) a modo de mantenimiento, ahora nos vamos a centrar solo en la terapia de larga duración. El objetivo es pasar de forma progresiva de las 2 horas a, al menos, 8 horas diarias preferiblemente seguidas. Obviamente esto solo es posible hacerlo con auriculares, por la falta de movilidad que supone hacer la terapia con altavoces. El volumen máximo que ajustemos debe ser aquel que nos permita mantener una conversación sin problemas, lo que en la práctica no supera los 60 dB.

El uso de auriculares durante tantas horas puede suponer un inconveniente en función de nuestro trabajo o nuestro tiempo disponible. En ese caso podemos optar por fragmentar el tiempo de la terapia, hacer menos horas seguidas pero a un volumen un poco más alto, o hacerse con unos generadores de sonido portátiles, que tienen la apariencia de audífonos, como por ejemplo, los GHI Tranquil. El inconveniente de esta última opción es que su precio es elevado.

Por otra parte, en este punto el uso de protección auditiva ya debería quedar reducido a protegerse solo de ruidos por tiempos de exposición largos. Aunque siempre con precaución, teniendo cuidado de que nuestros oídos no se vuelvan más sensibles, deberíamos exponernos a los sonidos intensos de corta duración que podemos encontrarnos en nuestro día a día, como por ejemplo, el claxon de vehículos o el paso de una moto.


Enriquecimiento sonoro

El enriquecimiento sonoro consiste en exponer al oído a una extensa variedad de sonidos agradables y que no supongan un desafío para nuestros oídos las 24h del día, incluso mientras dormimos. Esta es una parte esencial del tratamiento de la hiperacusia que no debe ser descuidada.

El silencio prolongado es perjudicial incluso para una persona sana. De la misma forma que los ojos reaccionan ante la oscuridad modificando el diámetro de la pupila y alterando la sensibilidad de los bastones de la retina para permitir una mejor visibilidad, el sistema auditivo amplifica la señal sonora en un ambiente silencioso para escuchar mejor. Y de la misma forma que si una persona permanece en la oscuridad durante mucho tiempo necesitará un periodo de adaptación para volver a ser capaz de ver un día soleado, algo parecido ocurre con quienes han permanecido mucho tiempo en silencio o escuchando sonidos muy bajos. Por este motivo, los hiperacúsicos, con más razón, deben evitar el silencio. Y esto es algo muy difícil de entender, ya que antes las molestias y dolor que causa el sonido en los hiperacúsicos, los oídos no hacen más que pedir silencio, volumen muy cómodo para su nivel de tolerancia, o el uso de protección auditiva. Y hacerles siempre caso no hará más que empeorar la hiperacusia.

Así pues, la hiperacusia se trata estimulando al oído con sonido, y el silencio va justo en el sentido contrario, por lo que retrasa la recuperación. Sin embargo, tampoco hay que tomar esta medida al pie de la letra, ya que tras una sobreexposición, en ocasiones puede ser recomendable dejar descansar a los oídos en silencio durante un tiempo.

Los sonidos más apropiados para el enriquecimiento sonoro son los de la naturaleza y la música. También es recomendable exponerse al ruido ambiente de la calle si la severidad de la hiperacusia, el nivel de ruido y las condiciones meteorológicas lo permiten. En general, es bueno estimular a los oídos con todo tipo de sonidos siempre que éstos no nos provoquen aversión o miedo, o provoquen que los oídos se vuelvan más sensibles. No hay ningún problema en seguir utilizando ruido rosa además del tiempo dedicado en la terapia.

El enriquecimiento sonoro debe hacerse siempre a un volumen confortable, no importa lo bajo que éste sea. Es preferible dormir con un volumen prácticamente inaudible a dormir en silencio. Si bien, si el sonido tiene significado, como los diálogos de la TV o la música con letra, es conveniente que el volumen sea lo suficientemente alto de forma que no se fuerce al cerebro a amplificar la señal auditiva para entender ese significado.

Para sonidos de la naturaleza algunas de las opciones que podéis usar son:
-Aire Freshener (Software gratuito)
-Natura Sound Therapy
-Colección de CD's de "Echoes of Nature"


Otras variantes para realizar la terapia sonora son estas:
-PET (Progressive Ear Therapy)
-Terapia con ruido rosa de la Hyperacusis Network
-Terapia sonora en campo abierto.


RECAÍDAS

Sin duda la recaída es de lejos el factor que más alarga la recuperación y más desgaste psicológico genera. Ver cómo la mejora conseguida en un mes entero de terapia se pierde por completo en solo un instante es muy difícil de digerir, sobre todo si esto se repite una y otra vez. Y es inevitable tener recaídas, porque sencillamente es imposible controlar durante tanto tiempo los sonidos a los que nos exponemos (aunque a medida que nuestra hiperacusia mejore la probabilidad de recaer se verá reducida). Por todo ello, es muy importante saber reaccionar cuando se produce una recaída. Voy a dar algunos consejos que pueden ayudar a salir airoso de este trance.

Lo primero que hay que hacer cuando se produce una recaída es dejar descansar a los oídos, quedarse en silencio o usar protección auditiva hasta que las sensaciones de dolor, sensibilidad al sonido y acúfenos altos hayan desaparecido o al menos disminuido lo suficiente. El tiempo que dura este reposo en silencio varía según la gravedad de la recaída, pero en general no debería durar más de unas pocas horas. Una vez transcurrido ese tiempo, si los oídos todavía muestran signos de sensibilidad y/o dolor, debemos continuar el reposo exponiéndonos a sonido a un volumen muy bajo, casi inaudible si es necesario. En mi caso, me ha funcionado muy bien realizar reposo usando auriculares, ruido rosa, y un volumen bajísimo. De nuevo, este reposo con sonido muy bajo no debería durar más de unas pocas horas.

Una vez transcurrida la fase de reposo no es nada raro encontrarse con los oídos todavía algo sensibles y doloridos, incluso pidiendo a gritos más silencio. Sin embargo, sería un error seguir aislándose del sonido, ya que eso empeoraría la recaída. A partir de aquí hay que exponerse al volumen que conseguimos alcanzar antes de la recaída, tanto durante la terapia como durante el enriquecimiento sonoro. Lo que puede ocurrir entonces es que a) Notamos que podemos aguantar bien el volumen durante bastante tiempo, y por tanto prácticamente se ha superado la recaída. b) El volumen no nos parece insoportable o más alto de lo que podemos tolerar, pero notamos que en muy poco tiempo el oído muestra signos de fatiga o sensibilidad y nos vemos obligados a hacer reposo. c) El volumen nos suena insoportable desde el principio y no nos queda más remedio que bajarlo. En el segundo caso, la forma de proceder para superar la recaída es la de ir combinando reposo con tiempos de exposición a ese volumen, o bajándolo como mucho un par de puntos si fuera necesario. En el tercer caso, la forma de proceder es idéntica a la del segundo, solo que hay que bajar el volumen lo imprescindible hasta que lo notemos soportable.

La regla de oro para superar una recaída es no dejar de escuchar el volumen que hemos conseguido tolerar antes de la recaída, ya que si a cada recaída que tenemos volvemos a empezar desde el principio, corremos el riesgo de entrar en un círculo vicioso del que no saldremos nunca. Es complicado entender esto porque los oídos están doloridos, fatigados, sensibles, y para aguantar lo que se podía aguantar antes de la recaída piden bajar el volumen de forma considerable, pero es justo lo que no hay que hacer. Lo que sí hay que hacer es limitar el tiempo de exposición siempre que los oídos lo pidan, ya que de lo contrario la recaída se agravará. Combinando estas exposiciones cortas con reposo y con paciencia, al final los oídos volverán a donde estaban y podremos seguir avanzando en nuestra recuperación.

Con este método, recuperarme de una recaída me ha llevado desde un par de días, a un par de semanas, pero el tiempo que lleve depende de muchos factores, y fácilmente puede alargarse mucho más tiempo.

Quizá lo más complicado de manejar al tratar de recuperarse de una recaída es el estrecho margen que tenemos entre el volumen que podemos aguantar y el comienzo de las sensaciones de sensibilidad o fatiga, que nos piden sin cesar más silencio o bajar el volumen. Por ese motivo, es fácil excederse en la exposición o en la protección, alargando así el tiempo de recuperación de la recaída.

Otro punto a destacar para superar una recaída es tener la paciencia de renunciar de nuevo a aquellas actividades o situaciones que ya habíamos conseguido tolerar con tanto esfuerzo, pues actuar como si la recaída no se hubiera producido solo puede acabar en un empeoramiento de nuestra hiperacusia.



PROTECCIÓN AUDITIVA

Para protegerse de los sonidos intensos o por encima de nuestro nivel de tolerancia contamos con tapones o cascos. En el caso de los tapones, existen varios tipos: espuma, silicona, silicona moldeable, moldes hechos a medida, tapones con filtro, tapones para músicos... Cada tapón ofrece diferentes niveles de protección (desde 9 dB hasta 33 dB o más), siendo los de espuma y los de silicona moldeable los que más protección ofrecen.

Algunos son más cómodos de llevar que otros y no todos sirven para todo el mundo. Los tapones que hay que usar van a depender de la severidad de la hiperacusia, de la intensidad del ruido del que nos queremos proteger, de cuánto tiempo los vamos a llevar puestos, de si los podemos llevar correctamente colocados, etc. Debido a que la mayoría de ellos tienen un precio muy asequible, lo mejor es probarlos y quedarnos con aquellos que mejor se adapten a nuestras necesidades. La mayoría de los tapones los podemos encontrar en una farmacia. Para los moldes a medida debemos acudir a un audioprotesista.

En general, se recomienda el uso de tapones para músicos hechos a medida. Los motivos son que atenuan más o menos de forma uniforme todo el espectro frecuencial entre 125 Hz y 8000 Hz, lo que permite una escucha más cercana a como si no lleváramos tapones y solo se hubiera bajado el volumen del sonido exterior. Por otra parte, el hecho de que estén hechos a medida permite llevarlos durante largos periodos de tiempo con absoluta comodidad. Y por último, no obstruyen el paso del aire hacia el conducto auditivo. El inconveniente es su precio, muy superior al resto de tapones, en torno a 180 €, y que la protección máxima que ofrecen, si bien será suficiente para la mayoría, puede ser insuficiente en algunos casos.

Por lo que respecta a los cascos, ofrecen una protección similar a la de los tapones. Si alguien encuentra insoportable llevar algo colocado en el conducto auditivo, los cascos pueden ser una alternativa, aunque no son nada cómodos de llevar durante tiempos prolongados, ya que aplastan las orejas y acaban doliendo. Además, obviamente los tapones son muchísimo más discretos que los cascos. No es lo mismo llevar unos cascos mientras cortas el césped, que llevarlos en un centro comercial mientras haces la compra.

Al contrario de lo que puede parecer, llevar de forma simultánea tapones y cascos no ofrece una protección igual a la suma de la atenuación que ofrecen los tapones y los cascos por separado. Hay un valor máximo de atenuación que no se puede superar. No en vano, no hay que olvidar que también escuchamos el sonido vía ósea. Aún así, llevar tapones y cascos a la vez nos va a proporcionar mayor protección que llevarlos por separado, lo que dependiendo del sonido al que nos vamos a exponer puede ser de gran ayuda.

Como ya se ha comentado, el uso de protección auditiva es un arma de doble filo. La ayuda que proporcionan para evitar recaídas y devolvernos un poco de la calidad de vida que teníamos antes de encontrarnos con hiperacusia los convierten en prácticamente imprescindibles. Sin embargo, su uso indiscriminado puede hacer empeorar nuestra tolerancia al sonido.

El verdadero problema empieza cuando mediante protección auditiva (o sin ella pero evitando todos los entornos ruidosos) dejamos de escuchar una determinada intensidad de sonido de forma reiterada. Esta actitud mantenida en el tiempo lleva a largo plazo a que el cerebro olvide cómo es escuchar esa intensidad de sonido, de forma que el umbral de tolerancia al sonido disminuye. Si la plasticidad cerebral permite reentrenar al cerebro para volver a tolerar sonidos altos, la misma plasticidad cerebral puede hacer que el nivel de tolerancia baje.

La forma correcta de usar protección auditiva es utilizarla solo para protegerse de aquellos sonidos que nos pueden hacer recaer o producir algún daño auditivo, pero al mismo tiempo no dejar de escuchar, aunque solo sean unos insantes, aquellos sonidos cotidianos que nos molestan.

Veamos un ejemplo. Supongamos que nuestro nivel de tolerancia es tal que a los pocos minutos de ir en autobús notamos que nuestros oídos no aguantan más, y comprobamos al finalizar el viaje que nuestros oídos han quedado más sensibles y doloridos. Ante esta situación, la decisión lógica sería usar protección auditiva cada vez que vayamos a coger un autobús, pues así tendremos la tranquilidad de que vamos a poder realizar el viaje entero sin problemas y sin tener que preocuparnos del ruido. Y como vemos que esto ha funcionado, extendemos esta decisión a cualquier otra situación del día a día en la que nuestros oídos puedan estar en peligro. Sin embargo, esto es un error. De esta forma estamos fijando en el cerebro el umbral de volumen más alto que podemos tolerar a aquellos sonidos más altos que escuchamos sin tapones, es decir, estamos agravando nuestra hiperacusia. Así pues, volviendo al ejemplo anterior, lo correcto sería exponerse al ruido del autobús sin protección auditiva y aguantar tanto como podamos, hasta notar que exponerse más tiempo podría hacer disminuir nuestro nivel de tolerancia o provocarnos dolor. Una vez llegado ese momento, sí que habría que usar protección auditiva para evitar los problemas que suponen la sobreexposición. Evitar la sobreprotección es una de las claves para que la hiperacusia no empeore.

No obstante, esta forma de proceder puede suponer otro problema. El estar pendiente constantemente del ruido que nos rodea y estar poniéndonos y quitándonos los tapones una y otra vez puede ser estresante y agotador. Hay que tratar de no llegar a este punto, no hay que obsesionarse y tratar de controlar cada una de las situaciones del día a día en las que nuestros oídos puedan estar indebidamente expuestos, pues esa hipervigilancia del sonido puede contribuir al desarrollo de fonofobia. Si hay que escoger entre exponerse o protegerse durante unas horas para evitar ese estrés, siempre será mejor protegerse y quedarse tranquilo, pues en otro momento del día se puede compensar el tiempo que se ha usado protección auditiva exponiéndose a otros sonidos de forma controlada, mientras que por el contrario una sobreexposición puede provocar una recaída de la que tardemos mucho en recuperarnos.



ERRORES COMUNES

-Sobreprotección. Es quizá el error más común, del que ya se ha hablado en la sección anterior. Algunos sonidos nos molestan, nos hacen recaer y perder la mejora que tanto cuesta conseguir. Los oídos nos duelen y con silencio dejan de doler. Así que casi sin darnos cuenta empezamos a usar tapones de forma indiscriminada. Evitar de forma continuada una determinada intensidad de un sonido nos volverá más sensibles a ese sonido. La sobreprotección puede agravar la hiperacusia casi tanto como la sobreexposición. No hay que olvidar que también es posible sobreprotegerse no usando protección auditiva, pero permaneciendo de forma prolongada en ambientes excesivamente silenciosos.

-Sobreexposición. Que los sonidos por encima de nuestro nivel de tolerancia pueden agravar la hiperacusia es un hecho y por lo tanto hay que tomar medidas para protegerse de ellos mediante protección auditiva o simplemente evitando esos sonidos. No hay que dejar de escuchar los sonidos que nos molestan pero siempre hay que protegerse de los sonidos que nos provocan dolor. No debemos olvidar que también nos podemos sobreexponer con sonidos confortables al principio pero que tras un tiempo de exposición largo empiezan a ser perjudiciales. Hay que encontrar un equilibro entre protección y exposición que a menudo es difícil de conseguir, pero que permitirá reducir el tiempo de nuestra recuperación.

-Confundir molestias con dolor o algo que se está haciendo mal. El dolor es una señal del cuerpo para avisarnos de que algo va mal y por tanto para que tomemos medidas para solucionarlo. Durante el proceso de reentrenamiento auditivo es normal sentir algunas molestias que en ocasiones pueden ser confundidas como uno de esos avisos del cuerpo, lo que nos lleva a tomar medidas erróneas como evitar aún más la exposición al sonido. Esto ocurre especialmente en las personas con hiperacusia severa, ya que esas molestias pueden llegar a asustar, pero solo son eso, molestias normales que acabarán desapareciendo a medida que se mejore la tolerancia al sonido. Es normal que al principio se produzca esta confusión porque no conocemos cómo se comporta esta dolencia, pero al final se aprende a diferenciar entre uno y otro.

-Subestimar el miedo y la ansiedad. Es natural que cuanto más tiempo se lleva con hiperacusia, cuantas más recaídas se hayan producido, y cuanto peor sea la severidad de la hiperacusia, más miedo se le empieza a tener a los sonidos y más ansiedad producen. Es decir, se desarrolla misofonía y/o fonofobia.

Es asombroso cómo el miedo puede convertir un sonido inofensivo en algo que nos suena demasiado alto e incluso nos puede hacer recaer. Y además no es fácil darse cuenta uno mismo que ha desarrollado esa forma de hipersensibilidad, pues para nosotros es natural tener una precaución extrema con los sonidos, ya que no queremos volver a recaer o sufrir dolor.

Pero esta actitud es más perjudicial de lo que parece. El miedo y la ansiedad obstaculizan o incluso bloquean la capacidad de recuperación, y por tanto es muy importante prestar atención a este punto. Hay que enfrentarse al sonido sin miedo, aunque con precaución, y hay que evitar tener una respuesta negativa hacia los sonidos que nos molestan. Los pensamientos positivos y un estado de ánimo relajado y alegre facilitan la plasticidad cerebral.

Puede ser de gran ayuda el deporte, la meditación, o cualquier otra alternativa natural para mantener a raya la ansiedad, la preocupación, el insomnio, el miedo, etc. Sin embargo, en ocasiones se hace necesario recurrir a ansiolíticos, antidepresivos, o terapia psicológica.

-Suspender la terapia hasta que las molestias o el dolor desaparezcan. Ciertamente tras una sobreexposición es conveniente hacer reposo para que los oídos se recuperen, tal como ya se ha comentado en el apartado de recaídas. Pero transcurrido ese tiempo de reposo hay que volver a exponerse a sonido, ajustando el tiempo de exposición cuanto sea necesario. Esperar a que las molestias o el dolor desaparezcan por completo antes de reanudar la terapia es un error sencillamente porque puede que no desaparezcan hasta que la hiperacusia mejore. Y la hiperacusia mejora con sonido, no con silencio.

-La impaciencia. Recuperarse de la hiperacusia es un proceso bastante largo y debemos ser pacientes y constantes. Es un proceso que lleva su ritmo y no se puede acelerar. Tratar de hacerlo acabará muy probablemente en una recaída, de modo que se conseguirá exactamente el efecto contrario que se pretendía.


CONSEJOS

-Evitar la exposición a sonidos intensos. No hay que olvidar que el poder de un sonido de hacernos daño reside en tres variables: la intensidad del sonido, el tiempo de exposición al sonido, y las frecuencias del sonido. Nos solemos fijar solo en la primera y es un error. Un volumen moderado durante un tiempo de exposición largo también puede hacer daño. Y un sonido de banda ancha hace más daño que uno de banda estrecha. A partir de 85 dB los sonidos pueden provocar daños irreversibles en el oído interno (primero las células ciliadas externas, luego las internas, y por último, las fibras nerviosas y el ganglio de Corti). El tiempo de exposición seguro va desde las 8 horas para 85 dB a los 8 segundos para 121 dB. En un concierto de rock se alcanzan entre 110 y 140 dB. Si es inevitable exponerse a estos niveles hay que usar la protección auditiva apropiada.

Los sonidos por debajo de 85 dB son seguros en el sentido de que no pueden causar un daño irreversible en el oído interno, pero sí pueden empeorar la hiperacusia aquellos con una intensidad superior al UCL. Aún así, ese daño sí es reversible y será posible recuperar la tolerancia al sonido perdida.

-Evitar el uso de auriculares. Los auriculares tienen la particularidad de que es más difícil darnos cuenta de que el sonido que estamos enchufando a los oídos es muy alto. El sonido está muy cerca del oído y es más fácil hacerle daño. Hay que tener cuidado con el volumen y no olvidar el tiempo de exposición.

-Evitar llevar tapones muchas horas seguidas. Aparte del riesgo que tiene el abuso de protección auditiva que ya he comentado anteriormente, el llevar tapones muchas horas seguidas cada día puede hacer que los oídos empiecen a doler, aunque solo he notado esto con los tapones que bloquean totalmente el conducto auditivo. Con los tapones con filtro no ocurre.

Pero si nos encontramos en un entorno demasiado ruidoso es preferible llevar tapones durante horas a sufrir recaídas. Si es posible, podemos probar a hacer algunos descansos.

-Usar el reproductor disponible con mayor número de niveles de volumen. Algunos reproductores tienen un total de 15 niveles, otros hasta 50. Cuanto mayor número de niveles tenga el reproductor, menor será la diferencia de volumen entre un nivel y el siguiente, lo que significa que cuando nos toque subir el volumen durante la terapia sonora nos será más fácil y menos arriesgado escuchar el nuevo volumen.

-Usar intrauriculares con cascos protectores encima. Si en el lugar en el que nos encontramos se prevee que haya ruido que nos obliga a usar protección auditiva durante mucho tiempo, una solución para que nuestros oídos sigan siendo estimulados con sonido puede ser colocarnos intrauriculares, que al introducirse en el canal auditivo, permiten que nos coloquemos cascos encima y así ofrecer la protección que necesitamos.

-Escuchar música comprimida. En este post desarrollo ampliamente este consejo.



El método para tratar la hiperacusia es sencillo pero llevarlo a la práctica puede ser bastante difícil. Requiere una alta dosis de paciencia, constancia, sacrificio y compromiso. La hiperacusia es un trastorno muy poco conocido por los profesionales de la medicina y que tiene aún muchas cuestiones sin resolver, lo que nos puede complicar aún más tener éxito en el tratamiento de nuestro caso particular. Sea como sea, no importan los obstáculos que aparezcan en nuestro camino, no debemos tirar la toalla, no debemos rendirnos nunca. Si algo no funciona, debemos probar otra cosa. Porque a pesar de todo, hay esperanza para la hiperacusia.

Si tenéis más dudas no dudéis en preguntar, os atenderé de la mejor forma que pueda.

Mucha suerte y mucho ánimo.

Un saludo.


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Bibliografía

Tyler R, Pienkowski M, et. al. A Review of Hyperacusis and Future Directions: Part I. Definitions and Manifestations. American Journal of Audiology 2014:23:402-419.

Tyler R, Pienkowski M, et. al. A Review of Hyperacusis and Future Directions: Part II. Measurement, Mechanisms, and Treatment. American Journal of Audiology 2014:23:420-436.

Hyperacusis Focus

Hyperacusis Network

Hyperacusis Research

The Tinnitus and Hyperacusis Centre, London UK

La hiperacusia y yo (Blog)
Última edición por elizo el 27-06-16 14:13, editado 35 veces en total.
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Joaqonit
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Re: Conceptos básicos sobre hiperacusia y cómo tratarla

Mensaje por Joaqonit »

¡¡Increíble!! Afortunadamente, la hiperacusia no es mi caso, pero no puedo más que felicitarte por haber hecho este síntesis de este mal.

¿ Has oído hablar de la terapia musical con muesa? También se considera un tratamiento eficaz contra la hiperacusia. Se basa en la premisa de que los hiperacúsicos son hipersensibles a la frecuencia de su acufeno y de sus armónicos.

Así que se coge música, parece ser que la más adecuada es música clásica porque la eliminación de frecuencias resiente menos la calidad musical que otros tipo de música, y se filtra la frecuencia de tu acúfeno y de sus armónicos en un paraguas frecuencial no escuchando dichas frecuencias mientras escuchas la música, no estimulando estas frecuencias.

A ver si se pasa Manolín para explicarlo mejor.

Saludos!!
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elizo
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Re: Conceptos básicos sobre hiperacusia y cómo tratarla

Mensaje por elizo »

Muchas gracias Joaqonit, me alegro de que te haya gustado.

Sí, conozco esa terapia. De hecho, la he probado, sin notar ninguna ventaja.

Estuve intercambiando algunos correos con manolin(montpellier) y la verdad es que no me pareció muy ducho en hiperacusia. Mi opinión es que una vez tienes hiperacusia, si evitas exponerte a unas determinadas frecuencias es difícil que consigas incrementar el nivel de tolerancia a esas frecuencias. Puedo estar equivocado, por supuesto, pero sea como sea, otras personas y yo mismo hemos salido del infierno de la hiperacusia muy severa escuchando ruido rosa y música sin muesca.

Desde luego, si hay alguien que haya superado hiperacusia severa exclusivamente con música con muesca estoy muy interesado en conocer el protocolo que ha seguido y cómo ha sido el transcurso de su recuperación. La hiperacusia sigue teniendo muchas preguntas sin resolver y cualquier nuevo método que mejore el anterior es bienvenido.
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JoseHiperacusia
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Re: Conceptos básicos sobre hiperacusia y cómo tratarla

Mensaje por JoseHiperacusia »

Muchas gracias.

Que es musica con o sin muesca?

En cuanto al trabajo se agradece muchisimo!

Saludos!
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elizo
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Re: Conceptos básicos sobre hiperacusia y cómo tratarla

Mensaje por elizo »

Muchas gracias, Jose.

La muesca se refiere al aspecto que tiene una determinada forma de recortar las frecuencias de una onda. La terapia de música con muesca se hizo para tratar los acúfenos. En cuanto a los detalles de esa terapia Joaqonit ya ha hecho una muy buena descripción.
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Re: Conceptos básicos sobre hiperacusia y cómo tratarla

Mensaje por h4pp1 »

Felicidades elizo , nos has aclarado muchas dudas, enhorabuena , muy buen trabajo.

Ahora solo queda enmarcarlo ;)

Saludos.
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elizo
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Re: Conceptos básicos sobre hiperacusia y cómo tratarla

Mensaje por elizo »

h4pp1 escribió:Felicidades elizo , nos has aclarado muchas dudas, enhorabuena , muy buen trabajo.

Ahora solo queda enmarcarlo ;)

Saludos.
Gracias Javi,

Espero que te haya servido de algo y empieces a remontar.

Mucho ánimo.
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elizo
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Re: Conceptos básicos sobre hiperacusia y cómo tratarla

Mensaje por elizo »

Muchos de vosotros me planteáis dudas por mensaje privado que fácilmente pueden compartir otras personas con hiperacusia. Si no os importa, a menos de que se trate de algo personal, contestaré a esas dudas en el foro para que todo el mundo pueda ver las respuestas y que encuentren la ayuda que buscan.

Respuesta para maab:

Cuando tenía hiperacusia muy severa realicé la terapia con altavoces, ya que mis oídos estaban muy sensibles e incluso al volumen mínimo no podía aguantar los auriculares. Mi consejo es que con tu hiperacusia severa empieces con altavoces, a menos que tengas un reproductor que te permita tener un volumen lo suficientemente bajo como para que lo aguantes con auriculares.

Tengo que decir que no todos los altavoces Hi-Fi me iban bien. Los que se fabrican hoy en día suenan realmente bien pero para mi caso tenían los graves excesivamente acentuados, y tuve que usar los de una micro cadena. Esto depende del caso de cada uno.

El experto en música con muesca dice que solo es necesario hacer muesca en la música. En ruido rosa y en sonidos de la naturaleza no hace falta.

Según la teoría de la música con muesca escuchar las frecuencias de tu acúfeno o su octava puede producir hiperacusia. Yo dedicaba una media de 5 horas diarias a escuchar música sin muesca, es decir, sin tocar nada a la música original, y con eso pasé de tener que usar tapones para hablar con otras personas a salir a la calle en tan solo un mes. Y eso que tengo un montón de acúfenos repartidos por diferentes frecuencias en ambos oídos.

Que los oídos son más sensibles a las frecuencias de los acúfenos y a sus octavas parece que es verdad. Recuerdo que en un par de ocasiones mientras escuchaba música notaba que unas determinadas notas me molestaban más. Comprobé de qué notas se trataba y efectivamente coincidían con la frecuencia de mi acúfeno principal.

Pero ante esto lo que hice fue simplemente bajar el volumen hasta que ningún pasaje de la canción me molestaba especialmente, o bien eliminar esa canción en concreto que me era más difícil de escuchar. Desde mi experiencia, una vez que ya tienes hiperacusia, evitar de forma continuada unas frecuencias en concreto lo que va a hacer es volverte más sensible a esas frecuencias. Yo me negué a alterar la música original, y conseguí tolerar muy bien cualquier canción hasta poner un volumen que sacaría de sus casillas a cualquier vecino, incluidos aquellos temas que en un principio me molestaban más. Pasé de tolerar bien solo la música tranquila a un volumen bajísimo a escuchar metal a todo trapo.

Yo probé la música con muesca durante 3 meses y mi experiencia fue que solo sirvió para hacerme perder el tiempo y arrebatarme las notas Si de la música.

Si entras en el foro de Hyperacusis Network, probablemente el mejor foro del mundo sobre hiperacusia, verás que nadie habla de la música con muesca para tratar la hiperacusia, solo se menciona para tratar los acúfenos. Muchas personas entre las que me incluyo nos hemos recuperado de la hiperacusia con ruido rosa y música sin aplicarle ninguna muesca.

Los acúfenos al lado de la hiperacusia severa son una broma. Mi consejo es que te olvides de los acúfenos y te centres solo en la hiperacusia. Mientras tanto, prueba a leer el artículo que a mí me permitió que los acúfenos dejasen de ser un problema. Además, al menos en hiperacusia por trauma acústico, el volumen de los acúfenos va ligado a la severidad de la hiperacusia. Cuando tu hiperacusia mejore, también lo harán tus acúfenos.

Para mí la terapia más efectiva es aquella en la que eres capaz de protegerte de los sonidos que te hacen recaer y aquella en la que sabes cómo manejar las recaídas.

Mucho ánimo.

Saludos.
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Re: La hiperacusia (Conceptos básicos y tratamiento)

Mensaje por LAGART »

Muchas gracias Elizo por toda la información, cuando uno esta tan mal es bueno tener donde poder consultar ya iré comentando como me va.Saludos
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Joaqonit
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Re: La hiperacusia (Conceptos básicos y tratamiento)

Mensaje por Joaqonit »

Una pregunta elizo, me ha llamado la atención que dijeras que el ruido rosa es más adecuado que el ruido blanco para tratar la hiperacusia.

Si lo he entendido bien, ¿ Es porque el ruido blanco tiene todas las frecuencias, y por lo tanto, las más agudas, a los cuales los hiperacúsicos suelen ser más sensibles?

Cosa que no pasa con el ruido rosa: ´´Por el contrario, el ruido blanco, que tiene la misma intensidad en todas las frecuencias, transporta más energía total por octava cuanto mayor es la frecuencia de ésta. Por ello, mientras el timbre del ruido blanco es silbante como un escape de vapor (como "Pssss..."), el ruido rosa es más apagado al oído (parecido a "Shhhh..."). ``

http://datateca.unad.edu.co/contenidos/ ... lanco.html

Ruido blanco

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Ruido rosa

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Un saludo.
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