EL INFORME SOBRE LOS FÁRMACOS OTOTÓXICOS

Está admitido por la mayor parte de los profesionales, tanto clínicos como investigadores, que algunos fármacos presentan un efecto secundario nocivo para las personas con acúfenos consistente en un aumento de la intensidad percibida. Puede ocurrir que la prescripción de tales fármacos sea la causa de acúfenos en personas que no los tenían. Este efecto secundario es conocido como ototoxicidad, término aplicado también a los efectos nocivos de los fármacos sobre el sistema auditivo en general.

Por este motivo las instituciones que tienen como objetivo el tratamiento de los acúfenos, deben informarse sobre los fármacos que pueden ser ototóxicos. Estas instituciones son en su mayoría asociaciones de pacientes como APAT. Nos consta que las administraciones de la sanidad pública facilitan poca o nula información sobre esta cuestión, y tampoco lo hace la industria farmacéutica.

Las asociaciones de pacientes suelen publicar listas de fármacos que pueden ser ototóxicos basadas en informaciones de bases de datos farmacéuticos, en la ficha técnica de los fármacos en la que deberían constar los efectos secundarios y en la información que facilita la European Medicines Agency EMA en Europa y la Federal Drug Administration FDA en América. Basándonos en estas informaciones hemos publicado informes sobre ototoxicidad en 2010, 2014 y 2018, y nuestro propósito es revisarlos en 2022.

Hemos observado, por consultas recibidas y por comentarios oídos, que el informe no siempre es interpretado correctamente por los pacientes.

Cuando se cita un fármaco en el informe se está diciendo que su percepción lleva consigo el riesgo de ser ototóxico, pero no se dice que será forzosamente ototóxico.

Esto es así debido a que no todas las personas tienen las mismas reacciones al tomar un determinado fármaco y, además, la ototoxicidad depende del tiempo de prescripción, de las dosis prescritas y de las circunstancias físicas del paciente. Tomar una aspirina un día puede afirmarse que no generará ototoxicidad, pero tomarla diariamente durante uno o varios meses tiene muchas probabilidades de ser ototóxica. Tomar un ibuprofeno para aliviar una gripe no generará ototoxicidad, otra cosa sería tomarlo largo tiempo para tratar patologías crónicas.

En el informe Acúfenos y Fármacos de 2018 en la mayoría de los fármacos  información orientativa sobre la probabilidad de que sean ototóxicos, basada en las informaciones del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España y en las de la EMA (European Medicines Agency) relativas a las informaciones por sospechas de ototoxicidad comunicadas por los profesionales de toda Europa a dicho organismo en el último año.

El acúfeno generado por un fármaco ototóxico puede ser transitorio o permanente. En el primer caso el efecto desaparece cuando el paciente ha dejado de tomar el fármaco y su cuerpo lo ha eliminado totalmente. En el segundo caso el efecto se mantiene aunque la prescripción haya cesado. Esta información que sería muy útil para el paciente en general se desconoce. Otra información de la que carecemos es conocer las dosis y la duración de la prescripción para que el efecto ototóxico se produzca. Nos interesaría que nuestros informes incluyeran estas dos informaciones, pero parece improbable que algún día podamos tenerlas de una forma inequívoca, ya que la ototoxicidad, además de lo que sabemos y de lo que querríamos saber, depende también de las circunstancias personales de cada uno de los pacientes.

Ante la prescripción de un fármaco que puede ser ototóxico, es importante que el profesional prescriptor valore el riesgo y el beneficio de tal tratamiento farmacológico, y en ocasiones en las que no existan otras alternativas terapéuticas, puede ser necesario administrar un fármaco ototóxico a un paciente con acúfenos o sordera. En estos casos es obligado tomar precauciones para reducir el riesgo de ototoxicidad, como ajustar la dosis y la duración del tratamiento a las características del paciente y a su patología de base, así como monitorizar la función auditiva, controlando periódicamente, la posible aparición de acúfenos, vértigo, pérdida de audición, antes, durante y después del tratamiento.

También es importante alertar de nuevos casos, por lo que si aparecen acúfenos o se agravan los ya existentes, y si se sospecha que se relacionan con un fármaco, debe comunicarse al médico con objeto de que éste informe al Sistema Nacional de Farmacovigilancia, para analizar la posible causalidad del acúfeno.

En estas páginas solemos publicar las informaciones sobre ototoxicidad que nos han transmitido nuestros socios y nuestros lectores, y lo seguiremos haciendo, con el propósito de ampliar la información disponible con datos generados por las experiencias vividas por los propios pacientes.

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En APAT50 explicamos el caso de Miguel al que por trastornos psiquiátricos le habían prescrito el antidepresivo citalopram, y llevaba 2 años tomándolo y soportando un acúfeno severo que había aparecido simultáneamente a la realización de dicho tratamiento. Conocemos el caso de una señora de 81 años que hace 7 años que toma todos los días citalopram, prescrito para su problema depresivo, que acusa una leve pérdida auditiva y no tiene acúfenos.

¿Qué debemos decir cuando nos pregunten por el citalopram?

No podemos decir que es ototóxico, y tampoco podemos decir lo contrario.

La única respuesta puede ser: el citalopram tiene el riesgo de producir ototoxicidad.