Re: Empeoramiento con Prozac???
Publicado: 05-10-13 16:31
Estoy en desacuerdo absoluto con todos los comentarios expresados al respecto, excepto con el escrito por Otin. Parece mentira que preguntando y escuchando algunos pretendáis hacer una especie de pequeño muestro estadístico que os permita extraer conclusiones.
En este foro, desde mucho antes de aparecer quienes ahora interrogan, se ha afirmado hasta la saciedad que "cada persona es un mundo", que, asombrosamente, lo que a unos les va de maravilla a otros les perjudica (mejor dicho, eso creen ellos). Aquí está precisamente la clave, en el aspecto subjetivo, en "el estado emocional individual", como bien dice aquí Otin, que distorsiona nuestra percepción engañándonos y haciéndonos pensar que nuestro empeoramiento se debe a que la medicación que tomamos es inadecuada. No es ese el problema. Lo que ocurre es que psiquiatra o el psicólogo, cuando nos recetan o aconsejan un antidepresivo "solo conocen de nosotros lo que nosotros les contamos". Por lo tanto, ese inmenso misterio y enigma que es la interioridad de cada uno no la pueden saber más que aproximadamente, de igual forma que está archidemostrado que el Prozac se ha tomado hasta la saciedad y hasta caprichosamente por decenas de miles de personas en todo el mundo que lo utilizaron como algo parecido a un euforizante. Como decía el otro día un amigo médico, de forma muy expresiva, en los años noventa el Prozac fue algo parecido al Red Bull de hoy, cuando había gente que tomaba dos y hasta tres pastillas al día.
Vuelvo y volveré mil veces a decir que la transmisión de experiencias es constructiva, necesaria, alentadora y humana, pero siempre que el cerebro que las escucha sepa procesar esa información sin interpretar al pie de la letra lo que unos alaban y otros denigran.
En el estado emocional, queridas Nana, Insomne y Martha reside nuestro problema. ¿Y cómo lo transmitimos a los demás? ¿Es que somos capaces de conocernos a nosotros mismos? ¿No es lo adecuado luchar a brazo partido para ignorar que tenemos oídos en vez de recordarnos su existencia? ¿No es un gravísimo error hacer un hito vital del día en que nos aparecieron los acúfenos? ¿No es casi masoquista dividir nuestra existencia entre un antes y un después? ¿Es posible que alguien en su sano juicio crea que unos superan los acúfenos porque toman las pastillas exactamente adecuadas? ¿Por qué no reaccionamos con más madurez? ¿Por qué no asumimos esto como molestia sin darle la categoría de enfermad destructiva? ¿Por qué no tomamos de una vez la decisión de imponernos a nosotros mismos que esto no se convierta en una obsesión? ¿Tiene de verdad sentido permitir que nuestra vida esté tan condicionada por los ruidos? ¿De verdad que no somos capaces de ejercer autocontrol para evitar que la herida sangre?
En posesión de la verdad nadie está, pero reconozcamos con honestidad que hay mucha gente empeñada en no asumir que las emociones, más que los médicos y las medicinas, son las verdaderos responsables de esa intensidad que creemos que sube o baja. Mientras esos otros problemas interiores, más o menos complejos, que sufrimos cada uno, no encuentren otro canal de desagüe, seguiremos volcando a los oídos todo lo que araña el cerebro. ¿No decimos que el agua termina encontrando siempre un escape? Pues en nuestro caso el sumidero a donde van a parar todos los males son los oídos.
No alimentemos la obsesión, procuremos transmitir ánimo y positividad, no nos tratemos con compasión. Hay miles y miles de españoles que ni conocen la existencia de este foro y gestionan sus acúfenos individualmente, sin apoyo de nadie, sin triturar a sus familias, sin sentirse los seres más desgraciados del planeta. Nosotros tal vez representemos a los claudicantes, no a la mayoría. ¿Por qué no lo reflexionamos de esta manera? ¿La realidad auténtica de los acúfenos es la que volcamos aquí o somos nosotros los especiales?
Y todo este comentario, que a más de uno le desagradará (desvirtuando nuevamente el espíritu de mis palabras), es triste que haya que aclarar que no procede de alguien inclemente, incomprensivo, inhumano, insensible, sino de quien está convencido de que aquí se expresa un excesivo sufrimiento y mortificación que no debería ocurrir. Me da pena, dolor, horror, leer tantas desesperaciones que son reacciones injustas hacia vosotros mismos. Rebelaros contra el abatimiento, no dejéis que esto produzca tanta amargura.
En este foro, desde mucho antes de aparecer quienes ahora interrogan, se ha afirmado hasta la saciedad que "cada persona es un mundo", que, asombrosamente, lo que a unos les va de maravilla a otros les perjudica (mejor dicho, eso creen ellos). Aquí está precisamente la clave, en el aspecto subjetivo, en "el estado emocional individual", como bien dice aquí Otin, que distorsiona nuestra percepción engañándonos y haciéndonos pensar que nuestro empeoramiento se debe a que la medicación que tomamos es inadecuada. No es ese el problema. Lo que ocurre es que psiquiatra o el psicólogo, cuando nos recetan o aconsejan un antidepresivo "solo conocen de nosotros lo que nosotros les contamos". Por lo tanto, ese inmenso misterio y enigma que es la interioridad de cada uno no la pueden saber más que aproximadamente, de igual forma que está archidemostrado que el Prozac se ha tomado hasta la saciedad y hasta caprichosamente por decenas de miles de personas en todo el mundo que lo utilizaron como algo parecido a un euforizante. Como decía el otro día un amigo médico, de forma muy expresiva, en los años noventa el Prozac fue algo parecido al Red Bull de hoy, cuando había gente que tomaba dos y hasta tres pastillas al día.
Vuelvo y volveré mil veces a decir que la transmisión de experiencias es constructiva, necesaria, alentadora y humana, pero siempre que el cerebro que las escucha sepa procesar esa información sin interpretar al pie de la letra lo que unos alaban y otros denigran.
En el estado emocional, queridas Nana, Insomne y Martha reside nuestro problema. ¿Y cómo lo transmitimos a los demás? ¿Es que somos capaces de conocernos a nosotros mismos? ¿No es lo adecuado luchar a brazo partido para ignorar que tenemos oídos en vez de recordarnos su existencia? ¿No es un gravísimo error hacer un hito vital del día en que nos aparecieron los acúfenos? ¿No es casi masoquista dividir nuestra existencia entre un antes y un después? ¿Es posible que alguien en su sano juicio crea que unos superan los acúfenos porque toman las pastillas exactamente adecuadas? ¿Por qué no reaccionamos con más madurez? ¿Por qué no asumimos esto como molestia sin darle la categoría de enfermad destructiva? ¿Por qué no tomamos de una vez la decisión de imponernos a nosotros mismos que esto no se convierta en una obsesión? ¿Tiene de verdad sentido permitir que nuestra vida esté tan condicionada por los ruidos? ¿De verdad que no somos capaces de ejercer autocontrol para evitar que la herida sangre?
En posesión de la verdad nadie está, pero reconozcamos con honestidad que hay mucha gente empeñada en no asumir que las emociones, más que los médicos y las medicinas, son las verdaderos responsables de esa intensidad que creemos que sube o baja. Mientras esos otros problemas interiores, más o menos complejos, que sufrimos cada uno, no encuentren otro canal de desagüe, seguiremos volcando a los oídos todo lo que araña el cerebro. ¿No decimos que el agua termina encontrando siempre un escape? Pues en nuestro caso el sumidero a donde van a parar todos los males son los oídos.
No alimentemos la obsesión, procuremos transmitir ánimo y positividad, no nos tratemos con compasión. Hay miles y miles de españoles que ni conocen la existencia de este foro y gestionan sus acúfenos individualmente, sin apoyo de nadie, sin triturar a sus familias, sin sentirse los seres más desgraciados del planeta. Nosotros tal vez representemos a los claudicantes, no a la mayoría. ¿Por qué no lo reflexionamos de esta manera? ¿La realidad auténtica de los acúfenos es la que volcamos aquí o somos nosotros los especiales?
Y todo este comentario, que a más de uno le desagradará (desvirtuando nuevamente el espíritu de mis palabras), es triste que haya que aclarar que no procede de alguien inclemente, incomprensivo, inhumano, insensible, sino de quien está convencido de que aquí se expresa un excesivo sufrimiento y mortificación que no debería ocurrir. Me da pena, dolor, horror, leer tantas desesperaciones que son reacciones injustas hacia vosotros mismos. Rebelaros contra el abatimiento, no dejéis que esto produzca tanta amargura.