Qué hacer si no tolerás ciertos sonidos.
Publicado: 13-10-20 22:37
Las denominadas Personas Altamente Sensibles (PAS) son aquellas que tienen un sistema nervioso más vulnerable que el resto y se estima que son un 8,5% de la población general. A su vez, casi el 7% de estos pacientes tienen algún grado de sordera. De este total, entre el 50 y el 60% padecen acúfenos y también intolerancia a los sonidos o hiperacusia", detalla la fonoaudióloga de Ineba Susana Domínguez.
Si bien algo positivo de estas personas es que usan la reflexión y la intuición, también presentan una desventaja: se ven afectadas por las emociones o los sucesos negativos de su entorno y se alteran fácilmente. "Las pueden perturbar las luces brillantes, el ruido en general, se pueden ver abrumadas por un exceso de trabajo o por estar entre muchedumbres, tienen el umbral de dolor bastante bajo y no suelen manejar bien situaciones estresantes, entre otras cosas", describe Domínguez.
Según apunta la fonoaudióloga, la mayoría de las personas que consultan por intolerancia a los sonidos -lo que clínicamente se denomina hiperacusia- refieren que antes de la aparición de los síntomas no eran personas altamente sensibles y se volvieron PAS luego de una dinámica de conflictos en los que la tensión social y su incapacidad de adaptación hicieron aflorar información genética de alta sensibilidad.
Otras entidades clínicas similares relacionadas con la intolerancia al sonido, y que muchas veces se confunden con hiperacusia, son la misofonía y la fonofobia", añade.
La misofonía es un trastorno neurológico en el que los estímulos auditivos y en ocasiones visuales son mal interpretados por el Sistema Nervioso Central con una sensación de aversión/odio. Se dice que puede estar causado por experiencias negativas, resultado de sonidos específicos.
Quienes padecen misofonía se sienten comúnmente molestos, inclusos furiosos por sonidos tan comunes como pueden ser el masticar, olfatear o toser de otra persona. La ansiedad intensa y los comportamientos agresivos que pueden adoptar hacen que eludan relaciones personales, lo cual propicia la disminución de la socialización", prosigue.
En seres humanos es conocido que la privación o carencia acústica disminuye la tolerancia a sonidos, ya que es muy común que el paciente llegue a la consulta y nos diga que usa tapones de oído o algodones para aislarse de sonidos molestos, pero es ampliamente conocido que la exposición a sonidos en forma paulatina -siguiendo protocolos de implementación y, sobre todo, usando la música que le gusta al paciente- se puede lograr que poco a poco se incrementen los umbrales de tolerancia acústica", señala la fonoaudióloga.
Asimismo, indica que existe consenso general en el uso de generadores de ruido de banda ancha por su seguridad y adaptación del nivel de sonido confortable para el paciente -ya sea en formato MP3 con auriculares en el oído- o bajo la forma de audífonos, mediante los cuales se logran (cuando son usados en forma diaria y progresiva) considerables mejoras en los niveles de molestia que se establecieron previos al tratamiento.
Si bien algo positivo de estas personas es que usan la reflexión y la intuición, también presentan una desventaja: se ven afectadas por las emociones o los sucesos negativos de su entorno y se alteran fácilmente. "Las pueden perturbar las luces brillantes, el ruido en general, se pueden ver abrumadas por un exceso de trabajo o por estar entre muchedumbres, tienen el umbral de dolor bastante bajo y no suelen manejar bien situaciones estresantes, entre otras cosas", describe Domínguez.
Según apunta la fonoaudióloga, la mayoría de las personas que consultan por intolerancia a los sonidos -lo que clínicamente se denomina hiperacusia- refieren que antes de la aparición de los síntomas no eran personas altamente sensibles y se volvieron PAS luego de una dinámica de conflictos en los que la tensión social y su incapacidad de adaptación hicieron aflorar información genética de alta sensibilidad.
Otras entidades clínicas similares relacionadas con la intolerancia al sonido, y que muchas veces se confunden con hiperacusia, son la misofonía y la fonofobia", añade.
La misofonía es un trastorno neurológico en el que los estímulos auditivos y en ocasiones visuales son mal interpretados por el Sistema Nervioso Central con una sensación de aversión/odio. Se dice que puede estar causado por experiencias negativas, resultado de sonidos específicos.
Quienes padecen misofonía se sienten comúnmente molestos, inclusos furiosos por sonidos tan comunes como pueden ser el masticar, olfatear o toser de otra persona. La ansiedad intensa y los comportamientos agresivos que pueden adoptar hacen que eludan relaciones personales, lo cual propicia la disminución de la socialización", prosigue.
En seres humanos es conocido que la privación o carencia acústica disminuye la tolerancia a sonidos, ya que es muy común que el paciente llegue a la consulta y nos diga que usa tapones de oído o algodones para aislarse de sonidos molestos, pero es ampliamente conocido que la exposición a sonidos en forma paulatina -siguiendo protocolos de implementación y, sobre todo, usando la música que le gusta al paciente- se puede lograr que poco a poco se incrementen los umbrales de tolerancia acústica", señala la fonoaudióloga.
Asimismo, indica que existe consenso general en el uso de generadores de ruido de banda ancha por su seguridad y adaptación del nivel de sonido confortable para el paciente -ya sea en formato MP3 con auriculares en el oído- o bajo la forma de audífonos, mediante los cuales se logran (cuando son usados en forma diaria y progresiva) considerables mejoras en los niveles de molestia que se establecieron previos al tratamiento.