Martín Lutero tenía acúfenos

Recientemente se ha conmemorado el Quinto Centenario del día en el que Martín Lutero dio a conocer sus Noventa y Cinco Tesis sobre el Poder y la Eficacia de las Indulgencias, cuando clavó el escrito en la puerta de la Iglesia de Todos los Santos de Wittenberg (Alemania). Las tesis debatían y criticaban a la Iglesia y al papado, principalmente en relación a la venta de indulgencias, a las doctrinas sobre el purgatorio y sobre la autoridad del Papa. Este acto fue el inicio de la Reforma Protestante que dio lugar al nacimiento de la Iglesia Luterana.

Todo ello es bien conocido, pero lo que se suele ignorar es que Martín Lutero sufría un acúfeno muy severo. Decía con sus propias palabras: Cuando me pongo a trabajar, mi cabeza se llena de silbidos, gritos, ruidos variados, etc. La afección era tan severa que al final de su vida se hizo acompañar continuamente de un ayudante que le protegiera de hacerse daño a sí mismo y a otras personas.

Cuando consideramos los cambios habidos en 500 años en todos los campos, parece incomprensible que hoy haya personas que sufren por acúfenos igual como los sufrió Martín Lutero hace 500 años.

Pero si los tratamientos han cambiado muy poco, existe una diferencia importante entre 1517 y 2017: ahora somos capaces de afrontar el problema científicamente de forma sistemática. Mientras Lutero percibía su acúfeno como una maldición satánica, ahora sabemos que se trata de una alteración de la actividad neuronal del cerebro. Con este conocimiento solo es cuestión de tiempo que podamos disponer de tratamientos eficaces.

Para disponer de nuevos tratamientos podemos aprender de Martín Lutero. Fue un excelente estudiante lo que no le impidió ser un rebelde contra las estructuras y poderes establecidos. Esta mezcla de excelencia en el estudio y de rebeldía ante los fatalismos habituales en materia de acúfenos, la encontramos en la investigación en curso sobre los nuevos tratamientos.