Acúfenos somáticos

  Son los acúfenos causados por un problema o trastorno ajeno al sistema auditivo. Un ejemplo de acúfeno somático es el generado por una alteración de la articulación temporomandibular ATM, que como se ha comprobado en muchos casos puede ser causante del acúfeno.

Las causas más comunes son: bruxismo, trastornos en la articulación temporomandibular, trastornos en las cervicales y la existencia de puntos gatillo en músculos de zonas cercanas al oído.

El bruxismo, que consiste en rechinar los dientes, es el hábito involuntario de apretar o rechinar las estructuras dentales sin propósitos funcionales. Se produce tanto durante el sueño como en vigilia. El bruxismo afecta entre un 10 y un 20 % de la población; y puede conllevar dolor de cabeza y dolor de los músculos de la mandíbula, cuello y oído, e incluso acúfenos, ya que un elevado porcentaje de personas con bruxismo tienen a la vez acúfenos, lo que induce a suponer que el bruxismo puede ser una causa de los acúfenos o, por lo menos, una causa de su empeoramiento. El rechinamiento puede desgastar los dientes y ser muy molesto para las demás personas con misofonia. El origen del bruxismo puede ser local, es decir, intrabucal con desencadenantes, que suelen ser producto de un estado de ansiedad. Adicionalmente se han estudiado factores genéticos y asociaciones con otras enfermedades como las alergias. Dado que la negación del paciente ante un estado de estrés es muy característica y el cuadro clínico puede ser asintomático, el odontólogo debe ser muy riguroso para identificar el estado de ansiedad presente y para determinar el tratamiento a implementar.

Las hipótesis en cuanto a la fisiopatología del bruxismo sugieren un papel coadyuvante de las alteraciones dentarias, y de mecanismos nerviosos centrales además de problemas musculares. Los factores psicológicos también pueden desempeñar un papel en el sentido de que las tensiones exacerban este trastorno.

La articulación temporomandibular es la articulación que existe entre el hueso temporal y la mandíbula. En realidad se trata dos articulaciones, una a cada lado de la cabeza, que funcionan sincronizadamente. Es una de las pocas articulaciones móviles que hay en la cabeza. Los trastornos de la articulación temporomandibular, también conocidos como disfunción temporomandibular son un conjunto de alteraciones relativas a la articulación temporomandibular y a las estructuras anatómicas que la rodean, que son causa usualmente no diagnosticada de cefaleas, y de trastornos faciales de diversa intensidad hasta en un 50 % de la población.

Un estudio llevado a cabo en la Universidad de Padua (Italia) con 250 pacientes con disfunciones temporomandibulares de distintos orígenes, revela que el 31 % de dichos pacientes tenía acúfenos, gran parte de los cuales presentaba dolor en el músculo masetero, otros no acusaban dolor en dicho músculo y, finalmente, otros pacientes con acúfenos tenían artrosis en la articulación. Esta elevada correlación entre disfunción temporomandibular y acúfenos, induce a concluir con fundamento que dicha disfunción puede ser una causa de los acúfenos o bien una causa del empeoramiento de acúfenos generados por otras causas

Las vértebras cervicales son las que se sitúan en el cuello permitiendo su movilidad, entre el cráneo y las vértebras torácicas. Los humanos tenemos siete vértebras cervicales. Hay evidencias de que determinados trastornos en las vértebras cervicales pueden ser la causa de algunos acúfenos, o bien pueden dar lugar al empeoramiento de acúfenos generados por otras causas.

La existencia de puntos gatillo miofasciales en zonas cercanas al oído, básicamente en músculos del cuello y de la cara, puede ser causa de acúfenos.

En relación a esta causa o concausa de los acúfenos en algunos pacientes, reproducimos parcialmente las explicaciones recibidas de D. Orlando Mayoral del Moral, especialista en el tratamiento del síndrome del dolor miofascial, en una conferencia organizada por nuestra asociación en el año 2010, de la que se publicó un reportaje en Apat 23.

El síndrome del dolor miofascial (SDM) se define como el conjunto de signos y síntomas causados por los puntos gatillo miofasciales (PGM) que incluyen dolor (frecuentemente referido, es decir, experimentado fuera de la zona donde se encuentra el PGM responsable del SDM), debilidad muscular, restricción de movilidad, descoordinación, fatigabilidad muscular, retardo en la relajación y en la recuperación muscular después de su actividad, espasmo muscular, etc. Los PGM son pequeñas contracturas causadas por placas motoras disfuncionales que dan lugar a la aparición de bandas tensas en los músculos que son identificables por diversos procedimientos (palpación, ecografía, elastografía de resonancia magnética, electromiografía, etc.). Los PGM duelen localmente cuando son presionados, dando frecuentemente lugar a la aparición de dolor referido y de alteraciones autonómicas.

Los PGM se clasifican en activos y latentes. Un PGM activo puede causar síntomas de manera espontánea, mientras que un PGM latente sólo causa síntomas cuando es convenientemente estimulado. Además, se considera activo a aquel PGM cuya estimulación reproduce los síntomas del paciente y éste los reconoce como algo familiar, ya sean estos síntomas dolor, mareos, acúfenos, etc. Por el contrario, los síntomas reproducidos al estimular un PGM latente resultan nuevos y desconocidos para el paciente al que se está examinando.

Existen distintos tratamientos de los PGM; y en todos ellos es aconsejable la actuación de un profesional con formación específica sobre el SDM. Se han estudiado los PGM en los acúfenos, y se ha encontrado que existe una relación entre ambos, así como una relación de lateralidad: los acúfenos del lado derecho se asocian a PGM del mismo lado, y lo mismo ocurre con el lado izquierdo. Esta asociación se basa en dos hallazgos: 1. La palpación de los PGM provoca modulación temporal de los acúfenos; y 2. En muchos pacientes la desactivación de los PGM da lugar a la mejoría e incluso a la desaparición de los acúfenos. La relación entre los PGM y los acúfenos tendría la misma explicación que la que pueda tener el hecho de que el PGM cause un dolor referido (en un punto distinto del de situación del PGM).

Diversos estudios que confirman la existencia de esta asociación PGM-acúfenos en determinados porcentajes de la población estudiada, aconsejan considerar seriamente a los PGM como causa o concausa de los acúfenos. En estos estudios se ha visto que los músculos más relacionados con los acúfenos son los de la cabeza y cuello: temporal, masetero, esternocleidomastoideo, trapecio, esplenios, escalenos y elevador de la escápula.

El conferenciante explicó que ha atendido a distintos pacientes con acúfenos, y que en algunos casos ha podido detectar la relación PGM-acúfenos y tratar el/los PGM y con ello aminorar o eliminar el acúfeno, y en otros casos no ha podido encontrar esta relación PGM-acúfenos.

De las explicaciones del Sr. Mayoral y de sus respuestas a las preguntas de los asistentes pudimos deducir lo siguiente:

– Un número indeterminado de afectados (del 20 al 40 %), debe su acúfeno o lo ve agravado por causa de los PGM activos o latentes cuya existencia desconoce.
– Se pueden identificar los PGM y tratarlos hasta su eliminación.
– El tratamiento de los PGM deben hacerlo profesionales de la salud, generalmente fisioterapeutas, con formación específica.
– De algunas preguntas de los asistentes, resulta evidente que algunos profesionales desconocen la relación entre PGM y acúfenos, ya que en las consultas por acúfenos no es habitual que el afectado sea derivado al especialista en SDM/PGM.
– Parece deducirse que en los protocolos de actuación de los profesionales de los Sistemas de Salud Pública no se contempla la derivación de afectados por acúfenos a los especialistas en SDM/PGM.
– Los afectados que deseen verificar la posibilidad de que su acúfeno esté relacionado con un PGM, deben acudir a los fisioterapeutas especializados en dicho tratamiento.

Para mayor información sobre lo anterior véase la web www.travellysimons.com.