DEPRESIÓN

Uno de los trastornos psicológicos derivados de los acúfenos es la depresión. No es el más frecuente, pero es el que peores consecuencias suele tener para el afectado.

Hemos recibido varias demandas de información de personas que tenían acúfenos desde hacía algún tiempo y que los podían soportar sin mayores problemas, y sin conocer la causa les habían empeorado provocándoles trastornos depresivos.

Transcribimos en lo que sigue algunas informaciones que explican como afrontar la depresión ocasionada por los acúfenos.

El trastorno depresivo provocado por los acúfenos, sus características, sus síntomas y sus implicaciones son idénticos a los que presenta cualquier trastorno depresivo, cualquiera que haya sido su origen y las consecuencias para el afectado y para los suyos son las mismas en todos los casos.

La depresión se define como una disminución de la actividad vital, que comporta un trastorno del estado de ánimo caracterizado por sensaciones de desesperación y falta de motivación, y un estado emocional patológico que se caracteriza por sentimientos de tristeza, melancolía, abatimiento, disminución de la autoestima, vacío y falta de esperanza. De esta definición se desprende que la depresión es una enfermedad que afecta al organismo (cerebro), al ánimo, a la manera de pensar, al sueño, a la alimentación y a la autoestima. No debe confundirse la depresión con un estado pasajero de tristeza; ya que es un estado del cual el afectado no puede librarse fácilmente y que, de no afrontarse con el tratamiento debido, sus síntomas pueden durar semanas, meses, e incluso años.

Evaluación del trastorno depresivo

Es necesario someter a la persona a una evaluación con el objeto de identificar su estado de tristeza que puede ser normal y obedecer a una reacción a determinadas situaciones que se presentan a lo largo de la vida, o por el contrario puede ser patológica lo que significa que la persona ha contraído una depresión. La evaluación se realiza mediante una entrevista personal que debe extenderse al afectado y a las personas que conviven con él; y si vive sólo con las personas que le conocen. El enfermo de depresión suele distorsionar la realidad y perder objetividad a causa de su enfermedad. Se realizan asimismo distintos test psicológicos para cuantificar en la medida de lo posible el grado de afectación.

Tipos de depresión

  • Depresión severa. Consiste en una combinación de síntomas que producen una incapacidad severa para trabajar, estudiar, dormir, comer y experimentar placer.
  • Distimia. Es un tipo de depresión de menor gravedad que incluye signos crónicos que incapacitan en menor grado, pero que interfieren en el funcionamiento y bienestar de la persona. La distimia puede alternarse con episodios depresivos severos, aunque una distimia prolongada no necesariamente conducirá a una depresión severa.
  • Trastorno bipolar. Es menos frecuente que los otros dos trastornos depresivos y se caracteriza por cambios cíclicos en el estado de ánimo que comportan fases de euforia o de ánimo elevado (manía) y fases de ánimo bajo (depresión). Estos cambios del estado de ánimo suelen ser graduales, aunque hay algunos casos en los que son rápidos y muy dramáticos.

Causas de la depresión

  • Factores genéticos. Hay mayor riesgo de padecer depresión cuando existe una historia familiar de depresión, sin embargo, no es seguro que las personas con historia familiar de depresión vayan a contraer la enfermedad.
  • Factores bioquímicos. La bioquímica cerebral juega un papel significativo. Las personas con depresión presentan desequilibrios en determinadas sustancias en el cerebro.
  • Ambiente y otros factores de estrés: la pérdida de un ser querido, problemas en una relación, problemas económicos o un cambio significativo en la vida. El inicio de una depresión está asociado en ocasiones al inicio de una enfermedad física aguda o crónica.
  • Rasgos de personalidad. Las personas que presentan determinadas características como pesimismo, baja autoestima, sensación de falta de control ante las circunstancias y adversidades de la vida y tendencia a la preocupación excesiva, son más propensas a padecer depresión.

Síntomas de la depresión

La depresión se identifica por un estado de ánimo triste, ansioso o «vacío», persistentes sentimiento de desesperanza y pesimismo, sentimiento de culpa, inutilidad y desamparo, pérdida de interés o placer en pasatiempos y actividades con los que antes disfrutaba, incluyendo la actividad sexual; disminución de la energía, fatiga, agotamiento y sensación de estar en «cámara lenta», dificultad para concentrarse, recordar y tomar decisiones; insomnio, despertar más temprano o dormir más de lo debido; pérdida de peso, de apetito o de ambos, o por el contrario comer más de la cuenta y aumentar el peso; pensamientos de muerte y suicidio, inquietud, irritabilidad; síntomas físicos persistentes que no responden al tratamiento médico, tales como dolores de cabeza, trastornos digestivos y otros dolores crónicos.

El papel de la familia en la depresión

La depresión afecta en primer lugar a quien la padece, pero alcanza también a sus familiares, amigos y compañeros de trabajo. Para ayudar a una persona deprimida es muy importante informarse acerca de esta enfermedad y de su tratamiento. Sobrellevar junto a otra persona un episodio depresivo puede ser una experiencia difícil. Es muy difícil, prácticamente imposible, para una persona que nunca experimentó un trastorno depresivo conocer el grado de desvaloración, desamparo y desesperación en que se halla sumida la persona deprimida. No obstante, lo anterior, el familiar o el amigo debe ofrecer a la persona deprimida empatía y comprensión, debe escuchar, informar y aconsejar sin juzgar. Simplemente, estar ahí a su lado, puede mejorar el curso de la enfermedad. Para apoyar a una persona que sufre depresión hay que expresarle su preocupación, reconocer el dolor de la persona depresiva y escuchar sin tratar de forzarla a que exteriorice sus sentimientos. No debe tomarse como algo personal si la persona deprimida permanece aislada y poco comunicativa. Ofrecer esperanza, recordarle que la depresión se puede tratar; y si la persona está bajo tratamiento médico controlar que toma lo que le han prescrito y recordarle que la medicación precisa de un tiempo para que haga su efecto.

Conviene asimismo reforzar positivamente a la persona deprimida debido a que, a menudo, se siente sin valor e insiste en sus propios fallos, fracasos y defectos. Se refuerza recordándole sus cualidades y sus capacidades y cuánto significa para usted. Hay que conseguir que la persona deprimida incremente sus actividades. Para ello hay que invitarla a hacerlo, pero sin «empujar» y sin esperar resultados en poco tiempo. También se le debe recordar sin insistencia la importancia del ejercicio y de una dieta sana.

Los familiares de las personas con trastorno depresivo deben saber que la depresión no es resultado de un fallo en el carácter, que el enfermo no es una persona débil o un «vago» y que no es simplemente «pasar una mala época». Estos enfermos sufren enormemente y nunca ni en ninguna ocasión pretenden engañar a nadie y ni tan solo exagerar sus síntomas. No pueden hacer nada por evitarla, al igual que otra persona que no puede evitar sufrir de diabetes o de artritis.

Cuidar al cuidador

La persona que cuida a un enfermo de depresión debe tener en cuenta lo siguiente:

  • Atender sus propias necesidades no representa en absoluta ser egoísta.
  • Necesita salir, distraerse, relacionarse con los demás y no aislarse.
  • Pedir ayuda, y si la ofrecen no dudar en aceptarla.
  • Tener presente que el cuidador no puede con todo.
  • La risa y la alegría son fundamentales para su bienestar y para la vida del enfermo.
  • Si tiene la suerte de sentirse bien «en medio del temporal» no debe avergonzarse de ello.
  • Procure buscar personas, cosas, situaciones y actividades que le satisfagan.
  • Cuidar a una persona depresiva puede ser la causa de una depresión.
  • Observe sus síntomas y consulte a un especialista si tiene dudas.

Tratamiento farmacológico de la depresión

La depresión parece estar asociada a la existencia de niveles bajos de determinadas sustancias en el cerebro. Los fármacos antidepresivos actúan aumentando alguna de estas sustancias a través de distintos mecanismos de acción. Estos fármacos no provocan tolerancia ni dependencia. El tratamiento farmacológico, en todos los casos, deberá ser prescrito y controlado por el médico.

Tratamientos cognitivos

El denominado modelo cognitivo de Beck se basa en que las personas con tendencia a la depresión tienen esquemas y estructuras cognitivas que las predisponen a una visión negativa de sí mismas, su relación con el mundo y con respecto al futuro. Esta forma distorsionada de percibir la realidad determina los cambios de comportamiento y emocionales que comporta la depresión. Estos esquemas son representaciones de experiencias pasadas que están guardadas en la memoria y operan como filtros en el análisis de la información que están recibiendo.

Algunos ejemplos de distorsiones que muestran como la persona antepone los esquemas que representan experiencias guardadas en su memoria a la información que realmente está recibiendo:

  • Nadie me quiere (generalización excesiva)
  • Sé que se están riendo de mí (leer el pensamiento, personalización).
  • Tengo tal problema y no he podido resolverlo a pesar de intentarlo varias veces, así que no tiene solución (pensamiento «todo o nada»).
  • Nada me resultará bien en mi vida (tremendismo, generalización excesiva, adivinar el futuro).

La terapia a seguir consiste en detectar estos esquemas cognitivos erróneos y ponerlos de manifiesto, a base de enfrentarlos con la realidad para que el paciente se dé cuenta de su error. No se trata de convencer al paciente, ya que él lo tiene que entender y reconocer por sí solo y debe darse cuenta de sus distorsiones. Los objetivos de esta terapia son eliminar los síntomas y la prevención de las recaídas.

Tratamientos conductuales

Están dirigidas a aumentar el nivel de actividad del paciente. La inactividad es muy frecuente en el trastorno depresivo y es necesario invitar al paciente a que, poco a poco y de forma gradual, aumente el número y la indepresivo y es necesario invitar al paciente a que, poco a poco y de forma gradual, aumente el número y la intensidad de las actividades diarias. Hay que marcarle objetivos que sean posibles, debido a que una vez que los haya alcanzado, su autoestima, que está muy deteriorada por la enfermedad, aumentará y con ella la sensación de que va controlando la situación.

El paciente no debe esperar a estar mejor para iniciar su actividad y cumplir objetivos, ya que esta sensación se experimentará pocas veces, debe esforzarse e incrementar gradualmente su nivel de actividad dentro de lo posible y en función de la evolución de la enfermedad.

Consideraciones finales

  • La depresión es una enfermedad.
  • Los síntomas son siempre los mismos y son independientes de las causas que los han originado. Es decir, el trastorno depresivo que puedan haber generado los acúfenos tiene las mismas características que el generado por cualquier otra causa.
  • Una vez se haya establecido la enfermedad, ésta no desaparecerá, aunque lo haga la causa que la originó.
  • Es aconsejable que el tratamiento combine farmacología con técnicas cognitivas y conductuales.
  • No medicarse no es ser más fuerte, es simplemente desconocer lo que es la depresión.