El consumo continuado de aspartamo puede agravar los acúfenos

¿Qué es el aspartamo?

Es un polvo blanco, cristalino, sin olor, que se deriva de dos aminoácidos: el ácido aspártico y la fenilalanina. Es aproximadamente 200 veces más dulce que el azúcar y puede usarse como edulcorante de mesa o en postres congelados, gelatinas, bebidas y en goma de mascar. Su nombre químico es L-alfa-aspartil-L-fenilalanina metil éster y su fórmula química es C14H18N2O5. Aunque no tiene el sabor amargo que deja la sacarina, su inconveniente es que podría no saber exactamente igual que el azúcar porque reacciona con otros sabores de la comida. Cuando es consumido, el aspartamo se metaboliza en sus aminoácidos originales y tiene un bajo contenido energético.

¿La OMS y otros organismos sanitarios manifiestan algún criterio sobre su empleo?

El aspartamo ha sido declarado seguro para consumo humano por las agencias de más de noventa países. La Federal Druggs Authorithy FDA (EE.UU.) lo describe como uno de los aditivos más estudiados de la historia y afirma que su seguridad está más que confirmada. Más de 100 organizaciones nacionales e internacionales han evaluado la inocuidad del aspartamo. El comité conjunto FAO/WHO de expertos ha establecido un nivel de ingesta diaria admisible (IDA) de 40 mg/kg de peso corporal, mientras que la FDA lo establece en 50 mg/kg. Existe, sin embargo, polémica entre ciertos sectores, entre los que han surgido numerosas controversias y bulos a su alrededor.

En 2005, Morando Soffritti, de la Fundación Ramazzini, reavivó la polémica sobre lo peligroso del aspartamo. Los estudios de la Fundación Ramazzini fueron evaluados por la Autoridad Europea para la Seguridad Alimentario (EFSA) y por la FDA y fueron desechados manteniendo que el aspartamo es seguro para el consumo humano.

De nuevo en 2010, Soffritti y Halldorsson publicaron dos artículos en los que concluían que el aspartamo era un agente cancerígeno. La EFSA volvió a evaluar estas investigaciones, concluyendo que no hay una relación causal entre el aspartamo y el cáncer, y descartó reconsiderar las evaluaciones de los edulcorantes que ya fueron declarados como seguros y por ello autorizados en la Unión Europea.

En 2013, la EFSA publicó un informe en el cual se decía que la actual ingesta diaria admisible para el aspartamo, cifrada en 40 mg/kg al día, no necesita revisión alguna, al considerarse segura para la población en general (incluyendo a los bebés, niños y mujeres embarazadas). Los expertos concluyeron que el aspartamo no es cancerígeno, no daña el cerebro ni al sistema nervioso, ni afecta el comportamiento o la función cognitiva en niños o adultos, y descartaron que cause cáncer o daño en los genes.

Como se ve, tanto la EFSA como la FDA se han preocupado exclusivamente de saber si el aspartamo es cancerígeno, pero se han olvidado de estudiar su posible incidencia en el acúfeno. Es decir, para estas autoridades los acúfenos no existen, ya que no merecen atención alguna. Desgraciadamente, esto es muy frecuente entre las distintas autoridades sanitarias, sean europeas, sean americanas o sean propias de cada país.

Aspartamo y acúfenos

El Dr. H. J. Roberts, autor de un texto médico denominado La enfermedad del aspartamo: una epidemia ignorada, señala que varios componentes del aspartamo: fenilalalina, ácido aspártico y éster metílico se convierten rápidamente en alcohol metílico libre o metanol y en sus múltiples productos de degradación después de su ingestión o de la exposición al calor o durante un almacenamiento prolongado, siendo potencialmente tóxicos para el cerebro y para el oído interno, órganos que son muy vulnerables a las alteraciones metabólicas y a las neurotoxinas a causa de sus necesidades metabólicas únicas.

El aspartamo y el glutamato monosódico (véase Apat 41) son neurotransmisores excitadores, ya que excitan las neuronas del cerebro, por lo que aumentan la actividad eléctrica en el cerebro en general, y en la zona del cerebro que procesa los sonidos.

Sabemos que las personas con acúfenos tienen un elevado nivel de actividad eléctrica que afecta al área del cerebro que procesa los sonidos, y un aumento de esta actividad aumenta la intensidad y la percepción del acúfeno.

De acuerdo con lo anterior, un consumo continuado tanto de aspartamo como de glutamato monosódico puede ser una causa del empeoramiento de los acúfenos.

Si como precaución los que tenemos acúfenos decidimos prescindir del aspartamo, en primer lugar deberemos identificar los alimentos comercializados que lo contienen. Alguno de los nombres comerciales utilizados para «encubrir» el aspartamo son Natreen, AminoSweet, NutraSweet, Equal, Spoonful, E951, Canderal, Benevia, Natrataste, etc. Esta identificación no resulta fácil ya que en muchos alimentos comercializados que utilizan el aspartamo, los fabricantes lo explican, si lo explican, atribuyendo distintos nombres al aspartamo induciendo a la confusión al consumidor. El aspartamo se utiliza en bebidas dulces, chicles, algunos productos farmacéuticos, bebidas de frutas y yogures light, entre otros.

Nota del redactor. He mirado en el armario de mi cocina y veo que como edulcorante en sustitución del azúcar (alguien nos ha convencido de que el azúcar engorda) en mi casa tomamos café con Natreen. Se trata de un edulcorante fabricado en Holanda que, según se indica en el envase, contiene ciclamato (E952), sacarina (E954) y taumatina (E957). Si lo que se indica es cierto, y debería serlo, no contiene aspartamo (E951), salvo que lo contenga alguno de los tres componentes indicados, de los cuales desconocemos su composición y su naturaleza, pero trataremos de averiguarlo, y si se trata de algo que nos interesa conocer a los que tenemos acúfenos lo publicaremos.