EL RIESGO DE SUFRIR UN TRAUMA ACÚSTICO POR ESCUCHAR SONIDOS CON INTENSIDADES ELEVADAS

Es habitual ver a personas escuchando música u otros sonidos mediante auriculares, se trata habitualmente de personas jóvenes. Association Acouphènes Québec de Canadá publica una información que hemos creído interesante recoger. Para los que ya tenemos acúfenos las advertencias que contiene este texto de poco nos servirán, tan solo pueden ayudarnos a no agravar nuestros acúfenos, pero pueden ser útiles para nuestros hijos y nuestros nietos con objeto de advertirles del riesgo que corren al escuchar música con muchos decibelios.

Los jóvenes no son conscientes de lo fácil que es que la escucha de música con elevada intensidad les cause un trauma acústico, y lo más chocante es que se exponen a ello de forma voluntaria, es decir, nadie ni nada les obliga.

La Organización Mundial de la Salud OMS estima que existen 1,1 billones de jóvenes con riesgo cierto de contraer traumas acústicos debido a utilizar constantemente auriculares para escuchar música de elevada intensidad, y a participar en reuniones y fiestas en las que escuchan música con intensidad muy alta.

La OMS, como resumen de diversos estudios llevados a cabo, aconseja limitar a una hora al día el uso de los auriculares para escuchar música, explica Sylvie Hébert, Profesora de Logopedia y Audiología en la Universidad de Montreal, y añade que la Association Acouphènes Québec recibe cada vez más jóvenes con daños en la audición y con acúfenos. La audición de sonidos de elevada intensidad causa un daño acumulativo, y en tales casos la probabilidad de perder audición y tener acúfenos es muy elevada.

El daño en el sistema auditivo puede tardar años en aparecer, lo que hace que los jóvenes no se den cuenta del riesgo que corren, y sigan con sus audiciones cuando su sistema auditivo ya ha sido perjudicado.

El daño, cuando se produce, es permanente, ya que el trauma acústico consiste en la lesión de las células ciliares situadas en el oído interno, cuya función es la de transformar el sonido exterior percibido en una señal nerviosa que llega al cerebro para identificar la naturaleza del sonido. Estas células son muy delicadas, y cuando se dañan o destruyen no se regeneran de forma natural como ocurre con las demás células corporales. Algunas investigaciones en curso tratan de encontrar una terapia, sea farmacológica o sea de otro tipo, para conseguir que las células ciliares dañadas o destruidas se regeneren, sin que, por el momento, haya habido resultados concluyentes.

Los padres pueden limitar el daño en el sistema acústico de sus hijos convenciéndoles de que limiten su exposición al ruido a 85 decibeles y limiten el tiempo de escucha.

Recomendaciones para reconocer cuando el sonido es demasiado intenso. Las sugerencias siguientes pueden ser tenidas en cuenta para limitar el riesgo de sufrir traumas acústicos.Todo sonido que usted perciba que le obligue a gritar para ser escuchado es demasiado fuerte.

Mantenga el volumen del aparato que está escuchando, sea cual sea, a un tercio de su máximo nivel.
Si el volumen llega a la mitad del máximo, debe reducir su tiempo de exposición.

A 85 decibeles debe limitar su tiempo de exposición a 8 horas. Los decibeles aumentan logarítmicamente, o sea que aumentando los decibeles en solo 3 unidades debe reducir el tiempo de exposición a la mitad, es decir, a 88 decibeles el tiempo máximo debe ser de 4 horas, y de 2 horas a 91 decibeles.

Los auriculares que cubren todo el oído son más seguros debido a que permiten escuchar con mayor claridad a bajos niveles del sonido.

Algunos clubs, salas de fiesta y discotecas con altas intensidades sonoras deben ser evitados.

Aunque se pueda experimentar un daño en poco tiempo de exposición, la pérdida auditiva y el acúfeno aparecen a consecuencia de largo tiempo de exposición

 

 

 

 

 

Acúfeno, el sonido fantasma
La consecuencia de la exposición continuada a sonidos de alta intensidad suele ser una pérdida auditiva en primer lugar, que conlleva en muchos casos la aparición de acúfenos. La pérdida de audición suele iniciarse en los sonidos agudos o de elevada frecuencia, debido a que las células ciliares que se dañan o destruyen en primer lugar, son las que procesan los sonidos agudos. La señal acústica que llega al cerebro es incompleta dado que no contiene las frecuencias más elevadas, a lo que el cerebro responde generando un sonido que no tiene fuentes exteriores que lo originen. Se trata de un sonido fantasma, que tiene una cierta analogía con el dolor fantasma en el miembro amputado.