Glutamato y acúfenos. Nueva información

El aditivo E621, glutamato monosódico (GMS) es una excito-toxina nociva para nuestros
acúfenos.

El GMS (en ocasiones aparece como MSG, según las siglas en inglés) es una sustancia química que se ha agregado indiscriminadamente en los alimentos sin la debida reglamentación ni estudios fiables que avalen su seguridad. Es decir no es una vitamina ni un mineral, sino un aditivo peligroso, cuyo único objetivo es realzar el sabor de los alimentos.

El GMS estimula los receptores específicos de la lengua produciendo un gusto esencial que se conoce con el nombre de umami, que significa gusto sabroso en japonés. Diversos estudios psicofísicos han demostrado que el umami es un gusto independiente de los cuatro gustos esenciales: dulce, amargo, salado y agrio, y por ello se le reconoce como el quinto gusto.

El GMS o aditivo E621 es un potenciador del sabor, cuya función es excitar las papilas gustativas para producir más ganar de comer y proporcionarle más sabor artifical al alimento que lo contenga.

Cabe advertir que la industria alimentaria, para no reconocer abiertamente la presencia del GMS en sus alimentos procesados, lo esconde en las etiquetas con distintos nombres para camuflarse, ya que muchos consumidores ya saben el peligro de este aditivo y saben reconocerlo con el nombre de GMS o MSG, o simplemente E621. Los nombres con los que se describe el GSM o glutamato monosódico en las etiquetas pueden ser: caseinato de calcio de gelatina; proteína vegetal hidrolizada; proteína texturizada; glutamato monopotásico; filoproteína hidrolizada (HPP); extracto de levadura; glutamato; fitoproteína autolizada; alimento de levadura; ácido glutámico; caseinato de sodio; levadura autolizada, extracto de proteína vegetal; senomyx (extracto de trigo etiquetado como saborizante artificial); caldo en polvo; condimento o saborizante natural; concetrado de proteína; maltodextrina (Powe Ade); malta de cebada; extracto de malta; aromas de malta; aroma de caramelo; aroma natural; aroma artificial; soja hidrolizada; suero de leche parcialmente hidrolizado; péptidos de suero de leche; planta de extracto de proteínas; almidón de maíz hidrolizado; y puede que algunos más que desconocemos.

Está demostrado que este aditivo ha aumentado el número de personas obesas, y además triplica la insulina segregada por el páncreas y puede provocar diabetes tipo II. Los efectos secundarios que produce la ingesta continuada de alimentos que lo contengan son muy numerosos. Algunos efectos son hinchazón en manos, pies y cara, aumento de peso, diarreas, náuseas, arritmia, vómitos, subida de la tensión arterial, retortijones y gases, taquicardia, irritación intestinal, dolores en la zona del corazón, escalofríos, temblores, sed intensa después de una comida, dolores en las articulaciones, retención de líquidos, flatulencias, dolores de espalda, hombro y cuello, dolores abdominales, sensación de pesadez en brazos y piernas, depresión y falta de motivación, insomnio, ojeras, migrañas, ojos cansados e irritados, y empeoramiento de los acúfenos.

Es un aditivo muy utilizado en cocinas de restaurantes asiáticos: chinos, indios, vietnamitas, etc. Podemos encontrarlo casi siempre en bolsas de patatas fritas, sopas en sobre, platos congelados, platos preparados, caramelos, patés, cereales, salchichas, bollería, etc.

Cabe aconsejar que hay que estar atento al realizar nuestra compra de alimentos, leyendo las etiquetas y cocinando nosotros mismos lo que vayamos a comer. Sugerimos llevarlo a cabo rigurosamente quince días y notaremos una mejora en muchos aspectos desapareciendo dolores y molestias que podíamos tener y de los que no conocíamos la causa.

Los más susceptibles a los efectos nocivos del GMS son los niños dado que sus barreras cerebrales no están totalmente desarrollados, y los ancianos cuyas barreras se han deteriorado.

Resumen. El consumo continuado del GMS está relacionado con la obesidad, los desórdenes del comportamiento, los desórdenes del aprendizaje y de la memoria, la hiperglucemia, el trauma cerebral, la depresión, la ansiedad y el empeoramiento de los acúfenos.