Tomamos de la web de Bristish Tinnitus Association BTA una información preparadas por David Barguley y colaboradores, escrita para explicar que es la hiperacusia: sensibilidad a los sonidos habituales; y como puede ser gestionada.
Esta información no pretende sustituir al médico especialista, que es quien debe atender a las personas que observen alterada su tolerancia al sonido.
Introducción
El término hiperacusia se aplica generalmente a personas que experimentan los sonidos cotidianos como intrusívamente fuertes, incómodos y a veces molestos. Algunas personas notan un aumento en la sensibilidad después de haber tenido episodios difíciles en la vida, por ejemplo, una pérdida. En muchas personas, sin embargo, no hay una razón clara de por qué se originó la hiperacusia.
La hiperacusia afecta a la gente de diferentes maneras. Para algunas personas, es una molestia menor, pero otras personas tienen dificultad para vivir con ello. Algunas personas con hiperacusia se retiran de sus actividades profesionales y sociales y se aíslan; lo que puede empeorar el problema a medida que les aumenta el temor y la ansiedad. Generalmente, la gestión de la hiperacusia implica el tratamiento de condiciones médicas asociadas a la misma, consejo terapéutico y a menudo utilización de terapia sonora.
Si se está preocupado por la tolerancia al sonido, recomendamos consultarlo con el médico de cabecera, el cual puede derivar a un especialista para requerir su opinión.
¿Es frecuente la hiperacusia?
Hay muy poca información fiable sobre el número de personas con hiperacusia molesta. Un estudio en internet ha referido que la cifra puede llegar a un 9 % de adultos, pero la mayoría de profesionales que trabajan en este campo piensan que es una cifra demasiado alta. Una estimación más conservadora sugiere que alrededor de 2 % de la población adulta tienen algún grado de hiperacusia. El número de personas que están seriamente afectadas es una pequeña proporción de este total.
¿Cuáles son los efectos de la hiperacusia?
Algunas personas dicen que son sensibles al sonido aunque esto no les afecta demasiado en su vida diaria. Otras personas pueden argumentar que el sonido les dificulta concentrarse y pueden sentir tensión o incluso enojo. Algunas personas con hiperacusia llegan a temer tanto los sonidos que se retiran de las actividades diarias normales e intentan evitar el sonido por completo, lo cual puede llevar al sistema auditivo a hacerse incluso más sensible.
Tolerancia al sonido
El sistema auditivo humano tiene un rango extraordinario: somos capaces de oir pequeños sonidos tales como el suave crujido de hojas, e incluso somos capaces de tolerar sonidos extremadamente fuertes tales como la música en una discoteca. Hay un nivel de sonido que generará malestar físico en cualquier persona. Esto ocurre en un nivel de aproximadamente 120 db (el volumen de un avión jet despegando); sin embargo, generalmente alcanzamos un punto en el que sentimos que el sonido es demasiado fuerte mucho antes de que alcancemos el umbral de la molestia. Este punto de máximo volumen confortable varía de una persona a persona, y también varía de acuerdo con el ánimo de la persona y el contexto del sonido.
También se puede observar que algunos sonidos, por ejemplo una radio de fondo, serán bastante agradables un día, y el mismo sonido otro día será bastante invasivo. Esta tolerancia reducida ocurre especialmente si estamos cansados o estresados.
Así, aún teniendo un nivel de sonido confortable elevado, muchas personas notan que hay sonidos particulares que encuentran desagradables, sin tener en cuenta el volumen del sonido. Pensemos en las uñas sobre una pizarra o en el goteo de un grifo o en un bolígrafo golpeado contra el pupitre. Todo esto son variaciones normales de intolerancia al sonido. Sin embargo, hay algunas personas cuya habilidad para tolerar el sonido se ve alterada hasta el punto de que puede impactar en su capacidad para vivir una vida normal.
Tipos de tolerancia al sonido alterada
El vocabulario sobre la hipersensibilidad de la audición es confuso. La palabra hiperacusia se usa a menudo para referirse a todo tipo de tolerancia al sonido alterada, lo que describe la experiencia de algunas personas para quienes incluso sonidos ambientales modestos se perciben fuertes, intrusivos y a veces molestos. Cuando la sensibilidad es específica al escuchar un sonido o unos sonidos concretos, entonces el término fonofobia puede ser aplicable.
Una nueva palabra, misofobia, ha sido acuñada para describir la intensa aversión o incluso repulsión que algunas personas con hiperacusia experimentan hacia un sonido en particular. A menudo el sonido es generado por otra persona, por ejemplo, alguien comiendo chiclé.
Existe también una forma específica de tolerancia al sonido alterada propia de personas que tienen pérdida auditiva. Cuando la gente habla a alguien que tiene esta alteración, la persona puede decir: Habla más fuerte, no oigo lo que dices. El interlocutor subirá el volumen de voz, hasta que le digan: ¡No grites, no estoy sordo!. En estos casos el sistema auditivo alterna un funcionamiento muy lento con otro muy rápido..
¿Qué origina la hiperacusia?
Hay algunas condiciones médicas que tienen la hiperacusia como un síntoma, así que es importante tener una opinión médica. Las condiciones médicas que están asociadas con tolerancia al sonido alterada incluyen migraña, síndrome de postrauma cerebral, la enfermedad de Lyme (producida por mordedura de garrapata), síndrome de William y parálisis de Bell. Las personas que tienen dificultad en procesar información sensorial (ejemplo, aquellos con desorden del espectro autista) pueden también encontrar un problema en la hiperacusia. A veces, algunas personas experimentan hiperacusia después de ciertos tipos de cirujía auditiva. La exposición a un ruido repentino de volumen fuerte puede a veces desencadenar hiperacusia. Para algunos, un suceso negativo en la vida aparece asociado con el inicio de la hiperacusia, pero para muchas personas no se puede identificar una razón clara.
Hay varias teorías sobre los mecanismos que sustentan la hiperacusia. Lo que comparten en común es que la hiperacusia se asocia generalmente con el aumento de la sensibilidad (o ganancia auditiva) en el sistema auditivo central (los caminos auditivos en el cerebro). Esta sensibilidad puede ser influenciada por el estado de ánimo.
¿Hay un nexo con el tinnitus?
Muchas personas que tienen tinnitus también tienen hiperacusia, y viceversa, muchas personas con grave hiperacusia también tienen tinnitus. También hay muchas personas que tienen uno de los dos síntomas y no tienen el otro; y sólo porque tengan uno de ellos, no significa que vayan a desarrollarlo el otro.
Investigación de la hiperacusia
Debido a que una grave hiperacusia en los adultos no es una condición usual, muchos médicos de cabecera tienen escaso conocimiento de ello. Generalmente, son el otorrino o el médico audiovestibular quienes deberían llevar a cabo la atención adecuada.
El especialista comentará con el paciente sobre la dificultad de la tolerancia auditiva y querrá conocer cuándo y cómo empezó. Preguntará sobre otras enfermedades o circunstancias en la época en que comenzó. Habrá preguntas sobre cómo gestiona el día a día, o cómo han cambiado las cosas desde que empezó la hiperacusia. Generalmente, preguntará sobre la pérdida auditiva, la exposición al ruido y el tinnitus.
También puede que se pida al paciente que complete un cuestionario en relación con su estado de ánimo general, con la hiperacusia y con su calidad de vida. Estos cuestionarios son muy útiles para obtener información en relación con la situación del paciente, y normalmente se utilizan para prescribir una terapia y observar sus resultados.
Se examinarán los oídos y probablemente se realizará un test auditivo (audiometría). Algunos médicos podrán requerir otros tests especiales, y se comentarán con el paciente al examinarlos. Si al paciente le preocupan los tests, deberá exponérselo al especialista.
Tratamiento de la hiperacusia
Para la mayoría de la gente, la hiperacusia no es un problema, y después de una explicación y confortación podrá gestionar su condición con éxito. Para otras personas sin embargo, éste no es el caso y puede que deban realizar terapia para la hiperacusia. Normalmente será impartida por una clínica auditiva o un facultativo y la persona, en ocasiones realizará la terapia en compañía de otras personas que tienen tinnitus. Si la hiperacusia es el síntoma de una condición médica específica, esta condición deberá ser tratada paralelamente.
La persona que imparta la terapia querrá saber cómo afecta la hiperacusia al paciente, e invertirá tiempo identificando qué puede hacer el paciente de manera diferente para intentar reducir el impacto de la hiperacusia en su vida diaria. Debido a que mucha gente con hiperacusia se han distanciado del sonido, muchos terapeutas sienten que es importante reintroducir el sonido gradualmente y poco a poco en sus vidas, de manera que puedan empezar a reanudar las actividades que han estado evitando. Esto se llama terapia sonora y al paciente se le puede ofrecer la opción de un generador de sonido (similar a un audífono, es decir, portátil) o de un generador de sonido estático junto a la cama. El sonido utilizado más comúnmente es el sonido blanco, que suena como un sonido parecido a shhhh.
Una aproximación alternativa es el uso de la terapia cognitiva conductual (TCC). Se trata de reconocer lo que puede ser -o no- útil en la vida diaria del paciente cuando convive con la hiperacusia. Cabe entonces trabajar con un terapeuta experto en TCC para encontrar las formas más útiles de gestionar la hiperacusia para reducir el impacto que tiene en el paciente.
Protección auditiva
Una característica común a las personas con tolerancia al sonido alterada es que tratan de evitar los sonidos intensos. Aunque esto puede parecer una precaución sensata, puede girarse en contra y puede hacerlas más sensibles al sonido. A medida que evitan el sonido en su entorno, éste se vuelve más silencioso y el sistema auditivo se hace más sensitivo al sonido a causa de no recibir sonidos intensos.
La protección auditiva no debería utilizarse en las actividades normales diarias. Aunque sea comprensible que estas personas puedan querer utilizar tapones auditivos u orejeras cuando realicen acciones como vaciar un lavaplatos o conducir un coche, ello no ayudará a aprender a manejar la hiperacusia a largo plazo. Desde luego, es prudente utilizar medidas de protección auditiva cuando se realice algo realmente ruidoso, como el uso de herramientas de bricolaje o similar.
Si la protección auditiva se utiliza normalmente para situaciones diarias, es importante analizar estrategias con el terapeuta para reducir su uso. El terapeuta podrá aportar sugerencias útiles para que el paciente se sienta protegido, aunque relajar la protección auditiva pueda parecer un contrasentido.
Traducción, Mercedes Delclós