HIPNOSIS, HIPERACUSIA Y ACÚFENOS – Mary Daval

En muchas ocasiones hemos mencionado la hipnosis, o bien la autohipnosis, como una terapia que nos permita convivir con los acúfenos y la hiperacusia sin pérdida de calidad de vida. Incluso hemos publicado el texto HABITUACIÓN A LOS ACÚFENOS del psicólogo Josep Ribas especialista en el tratamiento de los acúfenos en el que se describe la autohipnosis como tratamiento de los acúfenos.

Vemos en France Acouphenes el texto de una conferencia sobre la hipnosis a cargo de Mary Daval, Otorrinolaringólogo e Hipnoterapeuta de la Fondation Rothschild de Paris que hemos creido interesante y hemos traducido en lo que sigue.

 Acúfenos e hiperacusia son muy frecuentes entre la población francesa, ya que el 43 % de los franceses los han experimentado. Son síntomas que pueden aparecer espontáneamente, después de un traumatismo sonoro o psicológico, o en el curso de una patología en el oído o en el nervio auditivo. En la mayor parte de los casos, estos síntomas son intermitentes, pero en los casos en los que son permanentes pueden llegar a ser muy incómodos e incluso invalidantes. Una consulta al otorrino y una evaluación auditiva son indispensables para diagnosticar (o eliminar) una patología que se pueda tratar, aunque no siempre el tratamiento conseguirá eliminar dichos síntomas. Esta consulta es la ocasión de recordar la importancia del uso de protección al sonido tanto en el trabajo como en la audición musical.

Puede ocurrir que la causa que originó tales síntomas haya cesado, pero que acúfenos e hiperacusia persistan. Las informaciones auditivas recogidas por el oído son conducidas al cerebro, con derivación al área que procesa la memoria y las emociones, lo que explica que la música de una película estresante pueda poner los pelos de punta desde las primeras notas, incluso años después de haber visto la película.

El acúfeno y la hiperacusia son percibidos como una causa estresante que se retroalimenta. El cerebro no hace otra cosa que reaccionar a su entorno y también realiza predicciones. En función de situaciones que ya ha tenido anteriormente, puede prever consecuencias que a veces no tienen fundamento.

En períodos de estrés, el acúfeno y la hiperacusia tienen tendencia a aumentar en intensidad reactivando el bucle ruido‑memoria‑emoción. Este funcionamiento del cerebro, que es nefasto, es el habitual. El cerebro prevé lo que pasará, lo que puede dar lugar a determinadas acciones como evitar lugares ruidosos, con riesgo de aislarse socialmente, lo que no es beneficioso para la persona. Cambiar la manera de funcionar del cerebro en estas situaciones será eficaz pero requerirá algunos esfuerzos por parte de la persona.

El acúfeno y la hiperacusia ocupan una parte importante de la atención. Está demostrado que el cerebro no es capaz de realizar dos acciones al mismo tiempo. Si lo hace siempre es en perjuicio de una de las dos acciones y con un esfuerzo agotador. Cuando la atención al acúfeno o a la hiperacusia es máxima, particularmente en períodos de estrés, se observa en muchos casos fatiga nerviosa y psíquica. Al contrario, la mayor parte de pacientes con acúfenos llegan a gestionarlos satisfactoriamente cuando están ocupados o en espacios con un sonido ambiental moderado, pero les molestan si están en silencio.

Nuestro cerebro es capaz de desviar su atención de estos ruidos inútiles para realizar otras acciones, al igual que es capaz de hacernos olvidar que llevamos vestidos, un nuevo reloj o utilizamos gafas. Llega fácilmente a hacernos olvidar que vivimos cerca de un aeropuerto o de una vía de tren. Es cierto que llevar gafas o un nuevo reloj no es estresante, y por tanto fácil de olvidar. En el caso de acúfeno y de la hiperacusia este olvido es difícil de alcanzar a causa de la nefasta activación del bucle ruido‑memoria‑emoción.

Lo ideal sería poderse centrar en lo esencial pero ¿cómo hacerlo si el acúfeno suena permanentemente en nuestro oído?

Los poderes del cerebro son inmensos. Es capaz de inducir verdaderas enfermedades a causa del estrés como los infartos o las úlceras estomacales. Parece lógico pensar que, con esta capacidad del cerebro, lo inverso es posible.

En el caso del acúfeno y de la hiperacusia será preciso que a la vez disminuya el estrés, olvidar el ruido del acúfeno y/o el dolor de la hiperacusia, borrar los recuerdos, inducir más rápidamente el sueño, etc. ¿por cual de estas acciones empezar? ¿y cómo hacerlo?

El tratamiento de estos dos síntomas es delicado y distinto para cada individuo, y puede evolucionar a lo largo del tiempo y en función de lo que ya se ha realizado anteriormente. Para algunos, los deportes, los generadores de sonido blanco, el yoga, la sofrología, la terapia cognitivo comportamental, las prótesis auditivas, etc. pueden haber sido una ayuda y se pueden combinar con otras acciones.

La hipnosis se vale de las herramientas que pueden aportar una ayuda al cerebro para avanzar a una situación más confortable. La hipnosis no es una diversión o espectáculo de circo o de cabaret.

El interés por la hipnosis en la práctica médica ha aumentado en los últimos tiempos, en particular en anestesia. Esta técnica que había sido utilizada frecuentemente antes del descubrimiento de los fármacos para la anestesia, lo cuales hicieron olvidar la hipnosis durante un tiempo.

 Actualmente la hipnosis ha recuperado su puesto en la cirugía, respondiendo a los deseos de los pacientes de tomar cuantos menos fármacos sea posible aunque puedan estar indicados para el tratamiento de los acúfenos y de la hiperacusia.

La hipnosis se describe clásicamente como un estado de consciencia modificado. No se trata por tanto de un sueño, y mucho menos de un sueño inducido por el hipnotizador o hipnoterapeuta. Se trata de un estado de supervigilia. Estamos muy lejos de la antigua imagen del hipnotizador diciendo: ¡Duerme, yo lo ordeno¡

La relación entre un hipnoterapeuta y su paciente se parece a la de un maestro (o de un entrenador) y su alumno. El maestro debe enseñar una técnica a su alumno, o sea corregirle los errores y comprobar que cumple las consignas recibidas, todo ello en función de las capacidades y de las vivencias del alumno con el objetivo de que pueda volar con sus propias alas. El objetivo es que el alumno llegue a ser autónomo, capaz de gestionar sus síntomas para vivir con más calidad de vida. Por su parte el alumno tiene la necesidad de entrenarse para poder progresar (como en cualquier deporte o actividad artística).

El entrenamiento consiste en la práctica de ejercicios a realizar con regularidad en el propio domicilio del paciente:

Se trata de ejercicios de autohipnosis, indispensables para progresar.

El alumno o paciente necesita que el hipnoterapeuta le explique varias veces el método a seguir, ya que no se trata de unas acciones que el paciente desconoce. Además, según las características de cada persona, determinados ejercicios pueden ser más eficaces, elección que deberá realizar el hopnoterapeuta.

El hipnoterapeuta no tiene un poder mágico y no puede conseguir que el paciente haga lo que no quiera hacer.

Por ello, al iniciar una terapia de hipnosis hay que preguntarse: ¿necesito mejorar mi calidad de vida? ¿estoy dispuesto a probar una cosa nueva? Si las respuestas son positivas, el paciente se encuentra en buena disposición par iniciar la hipnosis.

El paciente deberá preguntarse: ¿seré sensible a la hipnosis?. La respuesta es afirnativa en la mayoría de los casos.

Los que no son sensibles a la hipnosis no seguirán leyendo este artículo, y pasarán al siguiente. Entre los que respondan afirmativamente habrá determinados grados de ilusión por la terapia, aunque todos ellos habrán trabajado la hipnosis y todos observarán un cambio, que en algunos casos será muy pequeño, pero será.

El estado de hipnosis es una cosa totalmente natural, como se da en el siguiente ejemplo.  Cuando se conduce un automóvil podemos terner la impresión que llevamos cinco minutos conduciendo, pero el cuentakilómetros puede señalar que hemos recorrido 100 kilómetros. Esta experiencia ciertamente es natural, pero no tiene el menor interés terapéutico ya que no se ha fijado ningún objetivo. Es un estado muy utilizado por deportistas de élite que se preparan para competiciones con el objetivo de mejorar sus registros.

Para transformar este estado natural en un verdadero tratamiento, es necesario fijarse un objetivo. Este objetivo no puede ser esperar que una sola sesión el paciente podrá olvidarse del acúfeno o/y de la hiperacusia. Sería un objetivo demasiado ambicioso (como correr una marathon sin haberse entrenado). Es más efectivo preveer etapas sucesivas como hacen los escaladores cuando se enfrentan a una montaña. Estas etapas podrán ser: dormir mejor, estar más concentrado en el trabajo, tener mayor serenidad ante los embates de la vida, mejorar la relaciónes familiares, tener relación social con los amigos y compañeros de trabajo, vivir con más calidad de vida, etc. El trayecto puede ser largo y sinuoso, pero conseguir cada una de las etapas propuestas producirá una satisfacción que inducirá al paciente a seguir el trayecto prefijado.

En la montaña suele haber numerosos caminos para llegar a la cumbre. Para alcanzar lo alto es suficiente encontrar su propia vía de acceso y, al principio contar con el un buen sherpa, que en nuestro caso es el hipnoterapeuta. Si usted lector piensa que la hipnosis puede ser uno de estos caminos que pueden llevarle a la cumbre, láncese con entusiasmo. Atrévase con la hipnosis.