PETICIONES Y SUGERENCIAS A NUESTRAS AUTORIDADES SANITARIAS

Hemos recibido muchos testimonios que reflejan el calvario soportado por muchas de las personas que tienen acúfenos. Podrían resumirse en lo que sigue.

El acúfeno ha aparecido, en muchos casos, sin saber la causa que lo ha originado. En otros casos el afectado sabe o sospecha cual ha sido la causa. En algunos afectados ha aparecido con la intensidad y frecuencia definitivas y en otros casos, un antiguo acúfeno, casi imperceptible, se ha transformado, de pronto, en un acúfeno de mayor intensidad y cuya frecuencia ha variado (generalmente es más agudo que el antiguo). Inicialmente, el afectado concibe la esperanza de que la situación puede ser transitoria y trata de informarse sobre el síntoma y sus consecuencias.

Pasa el tiempo y el acúfeno sigue y decide acudir al médico. Puede ser al de cabecera que lo deriva rápidamente al otorrino o puede ser directamente al otorrino. Éste, en la mayor parte de los casos, hace lo que puede (que es más bien poco) consistente en pruebas otológicas como una audiometría, prescribe un fármaco por si el acúfeno tiene su origen en una presión excesiva en la cámara posterior al tímpano, etc. Algunos otorrinos explican claramente al afectado que, de momento, la medicina no puede descubrir la causa de su acúfeno y muchos menos eliminarlo o reducirlo; otros otorrinos alargan, quizá indebidamente, el período de pruebas y visitas y es el propio afectado el que llega a la conclusión de que, de momento, no hay solución.

Durante el período en el que se suceden las pruebas y las visitas, al afectado por acúfenos le suele aparecer un trastorno de ansiedad de mayor o menor intensidad según las personas y sus circunstancias. Cuando llega a la convicción de que no hay solución, la ansiedad se transforma en algunos casos en depresión. Casi todos los testimonios hablan de insomnio y de que no pueden concentrarse en su trabajo ni en sus relaciones sociales debido a que piensan constantemente en el acúfeno.

En muchos casos los afectados son derivados al psicólogo por el otorrino, con la explicación de que se trata de resolver mediante una terapia psicológica los problemas de ansiedad, depresión e insomnio que acusa el afectado. Con estas terapias, denominadas cognitivo conductuales, no se conseguirá curar el acúfeno o reducir su intensidad, pero es posible llegar a habituarse al acúfeno y recuperar la calidad de vida perdida.

Cuando todo este trayecto se hace en la medicina privada suele resultar bastante largo e incómodo para el paciente; pero cuando se hace acudiendo a la medicina pública el calvario descrito se agrava a causa de las largas esperas hasta que le atienda el otorrino, y luego le atienda el psicólogo u otro profesional al que le hayan derivado.

Si, además, el paciente observa que la medicina pública, en general, tiene poca información de cómo tratar los acúfenos, que no dispone de un protocolo que refleje los pasos a seguir en el tratamiento, y además las consultas a los profesionales que lo atienden son de poca duración, los problemas de ansiedad, depresión e insomnio acaban agravándose.

En varias ocasiones hemos publicado distintas informaciones sobre lo que nuestras autoridades sanitarias deberían tener en cuenta en relación a las personas afectadas por acúfenos atendidas por la medicina pública. En los casos de acúfenos y/o hiperacusia, la medicina pública española, en general, no está a la altura que demuestra en el tratamiento de otras patologías, ni observamos que trate de adaptar fórmulas que están dando buenos resultados en otros países de nuestro entorno.

En 2012 se constituyó el Consejo Consultivo de Pacientes (Consell Consultiu de Pacients) en el seno de la Consejería de Sanidad de Cataluña, y recientemente, según el Decreto 173/2022  de fecha 20.10.2022, el referido Consejo Consultivo ha ampliado y definido sus competencias y sus objetivos, entre el que destacamos que se define como el órgano de paticipación y consulta de las entidades de pacientes en el ámbito del sistema catalán de salud de responsabilidad pública; aunque según el propio Decreto tiene un plazo de un año para estudiar y aprobar su propio reglamento que regula su forma de actuar.

Desconocemos si en otras Comunidades Autonómicas existen organismos con objetivos similares, pero es muy probable que así sea, por lo que creemos procedente explicar de forma ordenada y condensada las peticiones y sugerencias que quien tenga la oportunidad de hacerlo, debería transmitir a sus autoridades sanitarias:

  1. No se dispone de un protocolo de intervención ante el síndrome acufénico como se dispone en otras patologías. En muchos paises de nuestro entorno existen tales protocolos, se trataría por tanto de adaptar uno de ellos. En Gran Bretaña disponen de un protocolo (guideline) que se puede consultar.
  2.  No existen áreas especializadas que reúnan a distintos facultativos implicados en el tratamiento de los acúfenos y de la hiperacusia: otorrinos, psicólogos, otoneurólogos y audioprotesistas. En Francia existe una red de clínicas privadas en las que ejercen los profesionales indicados que podría ser un ejemplo de clínicas multiprofesionales de tratamiento de los acúfenos.
  3.  En el mercado existen muchos fármacos con efectos secundarios nocivos, e irreversibles en algunos casos, para los acúfenos, que conocemos por fármacos ototóxicos. Es frecuente que para patologías distintas de los acúfenos se prescriban fármacos que agravan los acúfenos. Observamos que la clase médica no lo tiene en cuenta, ya que en las historias clínicas de los pacientes no figura la información sobre sus acúfenos y/o hiperacusia.