RELACIÓN ENTRE DIETA Y TINNITUS

Aunque se han publicado muchas informaciones sobre la relación de la dieta con la intensidad con la que se percibe el tinnitus, no disponemos de una información clara y veraz que podamos tener en cuenta. Se sabe que no nos conviene el café ni el té, ni el exceso de alcohol, ni las comidas picantes, y hay quien dice que tampoco el chocolate, etc. pero poca cosa más.

En Apat50 publicamos una información sobre el papel de los neurotransmisores en la percepción del tinnitus, en el que advertimos sobre los efectos nocivos del glutamato monosódico, muy utilizado en alimentos procesados, en pastelería y, sobre todo, en la cocina oriental. Se trata de un neurotransmisor que acelera la transmisión sonora entre el cerebro y el oído lo que da lugar a un aumento de la intensidad percibida cuando la sangre presenta un exceso de glutamato. Desgraciadamente el glutamato es un aditivo autorizado tanto en Europa como en E.E.U.U., y los fabricantes que lo utilizan no lo indican en las etiquetas de sus productos, lo que da lugar a que en nuestra dieta puede haber glutamato sin que lo sepamos.

Dado que por propia experiencia sospechamos que la dieta, efectivamente, influye en la intensidad con la que percibimos el tinnitus, tratamos de estar al corriente de las informaciones que nos llegan sobre este aspecto de nuestro problema; y por ello hemos recogido los datos de un estudio que hemos visto en la web de una asociación sudcoreana de afectados por tinnitus.

Doh Young Lee y Young Ho Kim, investigadores sudcoreanos publicaron en la revista Clinical and Experimental Otorhinolaryngology en 2018, los resultados de un estudio sobre la relación entre la dieta y el tinnitus. Contaron para ello con los datos recopilados por Korea National Health and Nutrition Examination Survey entre 2013 y 2015, que se referían a 7.621 individuos, de los cuales consideraron admisibles para el estudio a 1.435 de ellos. Les sometieron un cuestionario preparado al efecto y realizaron un análisis estadístico de las respuestas obtenidas. El estudio se propuso relacionar dos variables, una relativa a la relación entre distintos elementos de la dieta y la presencia de tinnitus, y otra referente a la relación de estos mismos elementos con la intensidad percibida del tinnitus.

Objetivo. Este estudio tuvo como objetivo analizar la asociación entre dieta y tinnitus contando para ello con una población muy amplia.

Métodos. Se recogieron datos recopilados por Korea National Health and Nutrition Examination Survey entre 2013 y 2015. El estudio contó inicialmente con los datos de 7.621 individuos de edades entre 40 y 80 años que tenían tinnitus. Se excluyeron los individuos que trabajaban en espacios ruidosos, los que tenían pérdida auditiva y los que dieron respuestas inadecuadas al cuestionario preparado al efecto, quedando 1.435 individuos (18,8 %) con tinnitus subjetivo y audición normal, sobre los que se realizó el estudio. Se estudiaron la asociación entre la prevalencia o presencia de tinnitus y la intensidad percibida del tinnitus
con la dieta, utilizando el cuestionario indicado, procesándose los datos obtenidos con las herramientas estadísticas habituales en este tipo de estudios.
Resultados. La prevalencia del tinnitus aumenta con la edad, aunque la molestia del tinnitus era muy similar en los distintos grupos de edad. Personas mayores, sexo femenino, índice de masa corporal bajo y reducida ingestión de vitamina B2 están asociados de forma significativa con la presencia de tinnitus. Se constató que la ingestión de vitamina B2 era significativamente menor en individuos en edades entre 51 y 60 años. Se encontró que menor ingestión de proteínas, de vitamina B3 y de agua estaban asociadas significativamente a mayor intensidad percibida del tinnitus. En personas de edades entre 45 y 55 años la intensidad percibida del tinnitus estaba asociada con una ingestión pobre de agua. En personas mayores de 70 años la intensidad percibida del tinnitus presentaba una asociación significativa con una menor ingestión de proteínas y de vitamina B3.

Conclusión. Un dieta limitada en vitaminas B2 y B3, agua y proteínas pueden asociarse tanto a la presencia de tinnitus y como a la intensidad con la que se percibe.

Los resultados obtenidos son sorprendentes para nosotros. Si pensáramos que lo que les pase a los sudcoreanos en relación a su tinnitus nada tiene que ver con lo que nos pase a los españoles, mejor sería olvidar estos resultados, pero en caso contrario habría que tener en cuenta en la dieta lo que han explicado, sobre todo considerando que modificar la dieta en la forma que proponen no significa riesgo alguno. Según estos investigadores surcoreanos se trataría por tanto de aumentar la ingestión de vitaminas B2 y B3, de agua y de proteínas.

 

 

 

 

Algunas conclusiones de los resultados: relación del tinnitus con las personas mayores, sexo femenino y bajo índice de masa corporal son puramente informativas, ya que en estas variables no podemos hacer nada; no podemos modificar edad ni sexo, y para modificar el índice de masa corporal habría que hacer un gran esfuerzo para el que no todos estaríamos dispuestos.

La vitamina B2 o riboflavina es una vitamina hidrosoluble. Es necesaria para la integridad de la piel, las mucosas y de forma especial para la córnea, por su actividad oxigenadora, siendo imprescindible para la buena visión. Su requerimiento se incrementa en función de las calorías consumidas en la dieta: a mayor consumo calórico, mayor es la necesidad de vitamina B2. Esta vitamina es extremadamente importante para la producción de energía en el organismo. Otra de sus funciones consiste en desintoxicar el organismo de sustancias nocivas, además de participar en el metabolismo de otras vitaminas.

En la Unión Europea, se considera un aditivo alimentario permitido y se identifica por el código E-101. La vitamina B2 se encuentra en alimentos para bebés, cereales integrales, pastas, quesos procesados, jugos de frutas y productos lácteos enriquecidos con la vitamina, además de ser ampliamente usada en suplementos vitamínicos. Sus necesidades diarias son de 1,5 mg para niños y de 1,7 mg para adultos. Es importante destacar que no se almacena en el organismo, ya que el exceso se elimina por vía urinaria. Su consumo por vía oral no resulta tóxico, ya que su baja solubilidad limita su absorción a nivel intestinal, por lo que no es posible absorber cantidades peligrosas. Incluso la administración de B2 en dosis inyectadas, no es perjudicial, ya que el exceso se excreta en la orina, a la que colorea con un tono amarillo brillante.

La vitamina B3 o niacina participa en la síntesis de algunas hormonas y es fundamental para el crecimiento, además de funciones biológicas como mantener el buen estado del sistema nervioso, producir neurotransmisores, mejorar el sistema circulatorio relajando los vasos sanguíneos, mantener una piel sana, estabilizar la glucosa en la sangre y restaurar el ADN. La ingesta diaria recomendada es de 2 a 12 mg/día para niños, 14 mg/día para mujeres adultas, 16 mg/día para hombres adultos y 18 mg/día para mujeres embarazadas o lactantes. Se encuentra en vegetales de hojas verdes, brócoli, tomates, zanahorias, espárragos, setas, plátanos, palmitos, ajos, nueces, granos o productos integrales, legumbres y arroz.

La información disponible sobre las proteínas es abundante y conocida. Como es sabido las encontramos en distintas cantidades en carnes, pescados, huevos, legumbres, frutos secos, cereales, verduras y productos lácteos tales como queso o yogur.