EL FÁRMACO ADIRO

Cuando una persona ha tenido un infarto de miocardio, se le suele indicar un tratamiento con adiro con el fin de evitar que se repita. Lo que hace este fármaco, fundamentalmente, es hacer la sangre más líquida, evitando que se formen coágulos y trombos.

El adiro es la marca comercial del conocido principio activo ácido acetilsalicílico. Por lo tanto, evidentemente es lo mismo que la famosa aspirina, pero con distintas dosis, ya que este analgésico puede prescribirse con dosis de hasta 500 mg de ácido acetilsalicílico. Durante la mayor parte del siglo XX, el ácido acetilsalicílico se utilizó como analgésico y antiinflamatorio. Sin embargo, a partir del año 1980 se puso de manifiesto su capacidad para inhibir la agregación plaquetaria, siendo cada vez más utilizado con este fin. Recientemente, se ha demostrado que el tratamiento crónico (más de 10 años) con ácido acetilsalicílico reduce considerablemente el riesgo de cáncer de colon. Hoy en día, ya se conocen las propiedades antiproliferativas de este principio activo.

¿Para qué está indicado el adiro?

Durante varios años, el adiro ha sido uno de los fármacos más vendidos en España. En concreto, se encuentra en la segunda posición de los medicamentos más vendidos.

Se han vendido más de 18,5 millones de unidades anuales, y los cardiólogos suelen prescribirlo a aquellos pacientes que han sufrido un primer evento isquémico coronario o cerebrovascular de infarto de miocardio.

En otras palabras, como hemos visto el adiro es un antiagregante plaquetario. Las plaquetas son unas moléculas que, junto con otros componentes, intervienen en la formación de los coágulos sanguíneos. Estos, a su vez, son responsables del desarrollo de las enfermedades isquémicas.

Es conocido que el ácido acetilsalicílico suele ser ototóxico dependiendo de la dosis, del tiempo de prescripción y de las circunstancias físicas de la persona. Suele asegurarse que al cesar la prescripción, una vez metabolizado el fármaco, cesa la ototoxicidad debido a que es un fármaco que no daña al aparato acústico, aunque hay testimonios de personas que después de un prologando tratamiento con adiro siguen sufriendo los efectos de la ototoxicidad del fármaco.

En el caso de personas con tinnitus que hayan sufrido episodios isquémicos es aconsejable que realicen un balance beneficios-perjuicios, obviamente de la mano de su médico que es quién debe decidir si les prescriben adiro. Es útil saber que existen otros fármacos no ototóxicos cuya eficacia es muy similar a la del adiro. Véase Apat61 página 3.