Una información que puede ser útil para los afectados por acúfenos que utilizan empastes dentales

Francisco J., socio de APAT residente en Valladolid, nos envía una nota en la que nos explica como ha aliviado el problema de sus acúfenos. Nosotros, al igual que el socio que nos ha informado, desconocemos si este hecho tiene algún valor científico, y tampoco sabemos si puede ser de aplicación a otras personas con acúfenos, pero, a pesar de ello, creemos oportuno transcribir la información enviada. Dice así:
Yo creo haberme librado de la mayor parte de mis problemas de acúfenos. La solución ha sido de lo más inesperada: por miedo a que el mercurio que se añade a los empastes con amalgama, decidí cambiarlos por otro de composite. Durante el proceso también me estropearon un puente que estaba relleno de una aleación de cromo y no recuerdo de que otros metales, fue desparecer este ultimo y bajar de intensidad los acúfenos. Poseía (y poseo) implantes con tornillos de titanio.
Mi hipótesis que os la expongo por si alguien con más medios puede verificarla, es que al estar dos metales de distinta electropositividad en una solución ácida o alcalina (la saliva) provocaban la generación de un potencial eléctrico suficiente para excitar algún nervio auditivo. El dentista está tan perplejo como yo y no se atreve a confirmar la hipótesis, pero convendría que otros compañeros que padecen la dolencia comprobasen si tienen esa coincidencia de metales en la boca (o en otra parte del organismo).
También he notado que con dietas detox (de estas de color verde por llevar mucha clorofila) se eliminan
metales pesados, que podrían estar interfiriendo. Alguien me ha dicho que se podría intentar con un método llamado más enérgico llamado quelación.

Agradecemos a Francisco J. que haya querido compartir esta información con todos nosotros.

Nota de la Redacción. Hemos querido saber que es la quelación, y hemos acudido a la wikipedia. Transmitimos las informaciones sobre este proceso que, a nuestro entender, pueden interesar a los afectados por acúfenos.

Un quelante, o secuestrante, o antagonista de metales pesados, es una sustancia que forma complejos con iones de metales pesados. A estos complejos se los conoce como quelatos, palabra que proviene de la palabra griega chele que significa “garra”. Una de las aplicaciones de los quelantes es evitar la toxicidad de los metales pesados para los seres vivos. Los metales pesados no pueden ser metabolizados por el cuerpo humano y persisten en el organismo, donde ejercen sus efectos tóxicos cuando se combinan con uno o más grupos reactivos (ligandos) esenciales para las funciones fisiológicas normales. Los quelantes se diseñan para competir con los metales por los grupos reactivos fisiológicos, evitando o revirtiendo así sus efectos tóxicos e incrementando su excreción.

El interés biológico de los quelantes se originó a partir de los esfuerzos para controlar los restos de metales que contribuyen al deterioro de los alimentos. La investigación toxicológica de algunos quelantes propuestos como aditivos alimentarios llevó a la observación de que la fuerte afinidad por los cationes calcio que caracteriza al ácido etilendiaminotetraacético da por resultado una disminución de la concentración de calcio en suero.

El mecanismo de quelación ha sido utilizado por los farmacólogos en el desarrollo de nuevos agentes terapéuticos para pruebas clínicas en una amplia gama de alteraciones patológicas en las que se requiere eliminar iones metálicos de los tejidos, o bien introducirlos en el organismo con propósitos metabólicos. Se han utilizado quelatos de hierro en la terapia de anemias ferropénicas, quelatos de magnesio para el tratamiento de crisis hipertensivas y algunos complejos orgánicos de oro, como el tiomalato de oro y sodio en la terapia con oro para combatir la artritis reumatoide.

Muchas son las sustancias que actúan como quelantes naturales, entre las que se encuentran la clorofila, el glutatión, y varias enzimas y vitaminas.